La protección de los niños ha sido una acción obligatoria en la sociedad moderna y en muchas ancestrales. No debe exponerse a los infantes a situaciones que les produzcan lesiones de por vida tanto en su físico como en su componente mental. La mente humana sigue siendo insondable, quedan en la intimidad muchos elementos sin análisis.
De allí que las normas que indican la recomendación para que los niños y los adolescentes enfrenten junto a sus mayores lecturas, videos o audios, debido a que pueden contener materiales que pueden incidir en la salud mental de quienes apenas inician una vida de amplia relación o que pueden modificar sus conductas, llegando a ser nocivas dentro de la familia, su entorno social o, desafortunadamente más allá del círculo humano cercano.
No hay nada más preciado que lo niños y con más énfasis en poblaciones que por las acciones demográficas se van haciendo viejas transformando poco a poco,-más viejos menos niños-, las pirámides poblacionales que fueron tradicionales en países como Colombia. La crisis de la ausencia de niños es evidente en algunos países de Europa y Asia.
Pero los niños y los adolescentes han avanzado mucho en comparación con lo evidenciado hasta las décadas de los años sesenta o setenta del siglo anterior. Cada día implica un cambio más rápido. Lo que fue ayer propio de los niños hoy está modificado. Afortunadamente, se conserva y cada día es más férreo el rechazo a cualquier abuso de ellos e inclusive a la violencia intrafamiliar, arraigada cultural e increíblemente, en algunas comunidades con ejemplos dramáticos y actuales, lamentablemente, en Colombia.
Aunque puede parecer jocoso, es necesario pensar en una conducta cada día más frecuente y contraria a lo que hasta ahora se impulsa. Ello radica en que los adultos no deberían hacer ciertas actividades sin la presencia de un niño o un adolescente. Los adultos no entienden ni lo pueden hacer en toda su profundidad, sin la ayuda de ellos.
Por lo tanto, solos, hombres o mujeres, no deben remediar sus problemas de navegación en el ciberespacio, fracasará.
Solos no aprendan a jugar con los modernos entretenimientos al alcance de los pequeños instrumentos de fantasía.
Solas no decidan su moda que la hará más juvenil.
Solas no escojan su deseada ropa íntima que le proporcionará momentos de solaz.
Solos no se atrevan a practicar la conducción de su nuevo vehículo.
Solos no vean ni interpreten textos de revistas con desnudos.
Solos no se aventuren a una conversación o una audición con los modernos textos de algunas canciones especializadas en el catre.
Solos no vean ni lean el Kamasutra.
Solos no traten de identificar los problemas simples de su automóvil.
Solos no traten de construir una disculpa sobre un hecho baladí o trascendental.
Solos no deduzcan las desventajas, incontrolables, de la velocidad.
Solos no se arriesguen a las sensaciones del serpenteo y velocidad en una motocicleta.
Solos no traduzcan del inglés una canción moderna.
Solos no se empeñen en buscar un par de zapatos modernísimos.
Solos, hombres, no busquen unos pantalones de moda rotos, desteñidos o deshilachados.
Solos, la moda no distingue género, s no escojan ni se evalúen el maquillaje.
Solos no vayan a la zonas de bares y encuentros.
Solos no traten de dilucidar o construir modelos de conjuntos aeroespaciales.
De tal manera, no son equiparables los entornos de los adolescentes de fines del siglo XIX, principios y mediados del XX, con los actuales. La comparación resulta en una enorme diferencia con lo antiguo. ¿Mejor o peor? No, cada época con sus costumbres y sus maneras de practicarlas y tolerarlas. El regreso es imposible por más nostalgia que se tenga.
El entorno de los hijos de los que apenas están naciendo, será muy distinto casi es imposible predecirlo con exactitud. Mientras tanto hay que convivir con los niños y los adolescentes. Hacer los esfuerzos necesarios para comprenderlos, lograr que adquieran sus principios propios derivados del hecho de ser seres humanos y el respeto fundamental e indiscutible por sus congéneres y por los otros seres, sin ser fundamentalistas.
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