La universidad es, como se ha expresado, un asunto que le concierne a toda la sociedad, así ésta no dé por entendida sobre lo que sucede al interior. Es evidente que además de ser la institución formadora de los futuros profesionales, se constituye en un centro que por reafirmación de la Ley 30 de 1992, debe realizar procesos investigativos y de extensión.
Antes de la mencionada norma, existían la investigación y la extensión. No es tiempo de desmenuzar los alcances de estas actividades, pero en todas las universidades reconocidas del país hubo productos que merecieron el aplauso.
La Ley 4 de 1992 dio preferencia a la producción científica, demostrada a través de la publicación de artículos en revistas debidamente reconocidas. Igualmente, avaló la cualificación de los docentes hasta la obtención de doctorados.
Estas preeminencias afortunadas determinaban los salarios de cada docente a partir de un valor básico. Cada profesor fue incrementando su mensualidad sin límite, lo que impulsó la producción y la cualificación docente. Todo calificado por comités especializados. Posteriormente, la norma fue regulada.
Las universidades colombianas sustentaron su fama, y lo siguen haciendo, en buena parte por los procesos de formación de los profesionales que llegaban a todos los rincones del país. Así se mantuvieron facultades reconocidas de Medicina Humana, Medicina Veterinaria y Zootecnia, Derecho, Ingeniería Agronómica, Filosofía Odontología o Psicología, para solo mencionar unos ejemplos.
Poco a poco las universidades fueron dándole a la investigación un mayor espacio y valor, respaldadas inicialmente por el mandato de la ley, quien le ordenaba destinar un porcentaje de su presupuesto estatal con destino a las actividades investigativas, cantidad que hoy es muy limitada, dejándole a la institución asumir de sus recursos propios el complemento para la investigación y extensión.
Hoy se cree, erróneamente en Colombia, que solo los doctores -PhD- pueden sustentar la investigación universitaria. Hay otros docentes con títulos de especialista o magíster que pueden igualmente ser artífices de buenos proyectos que incluyen publicaciones o patentes.
Indudablemente, la cantidad y calidad de los procesos investigativos: publicaciones y patentes, se dinamizan con los doctores. Así que a mayor número de ellos se esperan mayores resultados. Las universidades colombianas, y más las que se encuentran debidamente posicionadas en los escalafones internacionales y nacionales, tienen en su haber una producción variable en las materias que consideran objeto de investigación.
La universidad no puede ser una regadera sin planeación de ideas investigativas. La institución debe adoptar líneas de trabajo que se adapten a sus posibilidades medidas a mediano y largo plazo. Porque además de definir teóricamente las áreas de trabajo, debe asegurar los recursos para la investigación con el fin de que quienes tienen a su cargo la investigación dentro de la universidad tengan una posibilidad verdadera de hacerla internamente a través de acuerdos interinstitucionales formales.
Las universidades colombianas desarrollan investigación, muchos productos son excelentes, pero ninguna es universal en el sentido de tener toda la capacidad humana, formada o en formación, para atender por sí sola cualquier tipo de investigación moderna.
Las investigaciones requieren necesariamente de plantas de personal calificado para completar el equipo.
Los investigadores necesitan insumos y logística adecuada para hacer sus trabajos. La universidad los debe proveer u ofrecer interinstitucionalmente a través de convenios en donde todos obtengan réditos, no siempre financieros.
De otro lado, si no las tienen, las estructuras físicas deben ser construidas o adaptadas para tener espacios que permitan las investigaciones sobre todo en ciencia y tecnología. Lo de antes: los cuchitriles, deben quedar en el olvido.
Viene un tema interesante: ¿Por qué se quiere ser doctor? Una pregunta simple que tiene tantas respuestas como intereses de quien aspira a un doctorado. Este no puede quedarse en el camino y desde el principio hasta el final debe ser consecuente con su nivel académico.
Un doctor universitario debe producir y mantener su actividad con calidad máxima. Igualmente, debe considerar la docencia institucional, importante, como una oportunidad complementaria a sus procesos investigativos. Las instituciones están obligadas a hacer sus balances serios y permanentes bajo diferentes facetas y adoptar las decisiones pertinentes.
Continuará
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