Revisando la historia del Departamento y de la Universidad de Caldas, parece increíble que el próximo 24 de mayo se cumplan 75 años de la promulgación de la Ordenanza 006 de 1943, por la cual se crea la Universidad Popular. Ese fue un hito.
Esa fecha fue la culminación de largos años con los deseos de muchos de contar con una institución que ofreciera estudios universitarios para el gran departamento. Las ideas se fueron consolidando: la Ordenanza 24 del 1 de julio de 1935 creó el Instituto Politécnico de Caldas hasta llegar al momento crucial cuando la Asamblea se apropió hacer realidad lo intensamente querido no solamente en los importantes círculos letrados, sino en la población que quería que sus hijos tuvieran una oportunidad local para la educación superior.
Previamente, el Colegio Mayor de Manizales, 1911, que dio origen al Instituto Universitario, 1913, vino a constituirse en una piedra angular del desarrollo intelectual de Caldas. Contando con su accionar y su dimensión imborrable además de otras entidades entre las cuales se hallaban la Escuela de Bellas Artes y el Liceo conocido luego con el nombre de Isabel La Católica, se configuró la ansiada Universidad Popular que en 1956 pasó a llamarse Universidad de Caldas, luego de varias denominaciones intermedias. Fue otro hito.
Otras capitales: Bogotá, Medellín, Cartagena, Cali y Popayán, además del recurso en el exterior, podían ofrecer las oportunidades que familias y jóvenes requerían para avanzar en su formación con el fin de llegar a ser profesionales o instruirse o capacitarse en áreas propias del arte o la cultura.
De allá para acá han sucedido infinidad de hechos relatados por historiadores en diferentes épocas, pero la transformación de la Universidad de un ente departamental a una entidad del orden nacional, Ley 34 de 1967, marcó un cambio trascendental en su rumbo financiero lo cual sigue y seguirá siendo vital, conservando, como es lógico, desde sus primeros días la categoría de estatal. Fue un gran hito.
Los hitos de la Universidad no solo se fundamentan en cemento, hierro, ladrillos, vidrio, pintura, tierra o instrumentos. Ello es necesario en parte para cumplir con su misión establecida, aceptada y renovada periódicamente. Se ha avanzado enormemente en las distintas épocas universitarias, pero falta todavía mucho para llegar a la institución que todos desean, como la convocatoria universal y efectiva a los egresados. 
Los marcas indelebles que imprime la Universidad en sus estudiantes; el albergue y cualificación de sus docentes; las investigaciones que realiza; las proyecciones en diferentes áreas a distintas comunidades, que hace a través de sus integrantes; las directrices, tan necesitadas, hacia la sociedad; la educación a larga distancia, y la presencia cumplidora de sus funcionarios, son las verdaderas justificaciones de su existencia y cada logro obtenido es un hito. 
Para entender la actual Universidad es necesario recorrer sus diferentes etapas, incluyendo las crisis, de las cuales ha salido fortalecida con el apoyo primerísimo e indiscutible de la Nación. La institución no recibe dineros directos del Departamento de Caldas ni del Municipio de Manizales, estos entes han tenido importantes relaciones con el Alma Mater caldense, que han facilitado el cumplimiento de sus metas consignadas en sus distintos Planes de Desarrollo con destino a los universitarios y a la sociedad.
Varios miles de personas, intra y extra institucionalmente, ninguna en particular, han hecho posible que la Universidad de Caldas tenga el nivel que hoy demuestra, sin dejar de mencionar la Acreditación de Calidad otorgada por el Gobierno Nacional, la cual, ojalá, se logre revalidar al menos por 10 años. 
No puede olvidarse que existen problemas importantes que deben ser solucionados, aunque ellos sucedan en el devenir natural de una universidad estatal. Hay que lograr mantener una Universidad con los mejores pergaminos y que sea la preferida de los estudiantes, de los colombianos y en especial de los caldenses para sus investigaciones, proyectos sociales y se constituya en faro insustituible en la vida de las instituciones y personas.