No en vano, Manizales desde hace varios años ha sido epicentro de congresos y seminarios, donde se ha tratado al más alto nivel todo lo referente a la prevención y gestión del riesgo, convirtiéndose la ciudad en un referente no solo a nivel nacional sino internacional, la razón de ello no es más que las difíciles condiciones topográficas y urbanísticas que posee, toda vez que fue construida por los fundadores sobre un terreno agreste de difíciles condiciones, de lo cual nos hemos sentido orgullosos tanto propios como extraños. Esa misma condición ha dado como resultado que en varias oportunidades haya sido castigada de manera inclemente por la naturaleza, por causa de movimientos sísmicos o fuertes épocas invernales.
A raíz de la tragedia ocurrida el pasado 19 de abril, donde un intenso aguacero, como nunca antes visto, provocó la perdida de bienes materiales y vidas humanas a causa de una serie de deslizamientos en varios sitios, no han faltado quienes de una manera ligera, y por qué no decir irresponsable, han comenzado a hacer juicios y señalar responsables de lo ocurrido. No terminaba de suceder la tragedia y mientras la ciudad se volcaba de forma generosa a atender los damnificados, algunas personas ya estaban ante cámaras y micrófonos buscando protagonismo.
Decir que la principal causa de lo ocurrido ha sido la intervención de laderas para los desarrollos urbanísticos, no deja de ser una tremenda equivocación. Un alto porcentaje de la ciudad está levantada sobre ellas, sin el menor problema. Barrios como Campohermoso, Los Agustinos, El Carmen, La Rambla, Laureles, Sinaí, Fátima, Pio XII y buena parte del centro de la ciudad, por no mencionar sino unos pocos, son prueba palpable que esa no es la causa. No se puede desconocer que por las condiciones de pobreza, algunas familias se ven obligadas a situarse en terrenos no aptos con un inmenso riesgo para sus vidas y bienes. Con el fin de poder dotar a esas familias de viviendas seguras se han venido implementando por el gobierno nacional programas de viviendas gratuitas, pero eso no se da de la noche a la mañana. Tampoco se resuelve con simples normas y decretos municipales como pretenden, el inmenso costo lo hace imposible, eso sí no se puede bajar la guardia adelantando programas de reubicación.
Con el paso de los años las normas de construcción se han hecho más exigentes y gracias a ello las edificaciones han tenido un mejor comportamiento, y contribuyen a darle estabilidad y seguridad a los sectores donde se encuentran, prueba de ello son proyectos como el Centro Comercial Fundadores, el centro comercial que actualmente se construye sobre la Avenida Kevin Ángel, levantados sobre terrenos de la peor condición. Bien se ha dicho por los especialistas que la mejor manera de proteger un terreno es con una construcción bien hecha.
Cosa distinta sería si la ciudad no hubiese emprendido programa alguno para ajustar los códigos urbanísticos, construcción de obras de estabilidad y programas de mantenimiento; la labor de Corpocaldas, antes Cramsa, ha sido inmensa, el programa Guardianes de la ladera es ejemplo nacional, pretender que todo derecho de petición que formule un ciudadano debe ser resuelto favorablemente no deja de ser un imposible, puesto que los recursos no lo permiten.
Resulta pues lamentable, sin prueba ni conocimiento alguno, estar señalando culpables, pidiendo para ellos las sanciones más severas. Cosa diferente sería cuando se demostrase dolo o mala intención.
En una ciudad como Manizales y aún en muchas otras, el riesgo será latente y lo mejor que podemos hacer es tratar de disminuirlo, y en caso de que la tragedia sobrevenga, ser solidarios, como en esta oportunidad.
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