El escándalo que se ha armado alrededor del Fiscal General, Néstor Humberto Martínez, tiene unos ribetes de oportunismo politiquero que saltan a la vista y que hacen preguntarnos: ¿a quién le estorba el Fiscal? Porque no es simple coincidencia que cuando la Fiscalía General de la Nación presenta pruebas públicas que perjudican a Santrich, a Petro, a las Farc y a otros criminales de igual laya, se pretenda condenar al actual Fiscal por su ejercicio profesional antes de ocupar el cargo. Y que sean precisamente los individuos y grupos afectados con sus investigaciones, quienes convoquen manifestaciones presionando su renuncia, deja un tufillo apestoso de querer bloquear la gestión de la Fiscalía, a través de la manipulación de unas masas que se mueven por una inercia estúpida que nace desde la alianza Farc-Petro.
Es lógico que a Petro le estorbe. Porque el Fiscal le ha destapado una serie de conductas reprochables, indecentes, mezquinas y tal vez delictuosas que lo comprometen seriamente. Y quiere entonces victimizarse y utiliza a los militantes del M-19 para realizar protestas en las cuales, mientras enarbolan las banderas de su movimiento, queman la de la Fiscalía y agreden a funcionarios que solo cumplen con su deber. (Aunque es poco, porque no podemos olvidar que ese mismo M-19 que hoy quema las banderas de la Fiscalía, en el pasado quemó entero el Palacio de Justicia, algo que la juventud se niega a reconocer, y que nos recuerda que no tienen ninguna clase de escrúpulos).
También es lógico que les estorbe a las Farc. Porque ha sido este Fiscal quien les ha dejado en evidencia parte de su millonaria fortuna representada en bienes raíces, dinero en efectivo, supermercados, ganado, mercancías ilícitas, etc., que han pretendido esconder a través de testaferros, y que se constituye en otro más de sus incumplimientos a los nefastos acuerdos de La Habana. Igualmente fue el Fiscal General quien denunció que Santrich siguió delinquiendo en fechas posteriores a las estipuladas en los acuerdos, lo que implicaría su inminente extradición, si no existiera una JEP que lucha por impedirla, no solo por proteger al terrorista como individuo, sino porque saben que la extradición de este criminal significaría un reencauche tremendo a la imagen del presidente Duque, lo cual pretenden evitar a toda costa.
A otros que les estorba el Fiscal es a gran parte de la prensa, que se lucró sin escrúpulos de una mermelada repartida en el gobierno Santos para evitar el desprestigio que traería consigo la publicación veraz y oportuna de la corrupción reinante en ese gobierno. E igualmente a cientos de contratistas que sienten los ojos de un ente acusador dispuesto a ejercer su función sin miramientos partidistas, y saben que en cualquier momento resultarán involucrados en líos judiciales.
Hoy vemos a los petristas indignados porque la prensa no les dio el despliegue que esperaban a sus lánguidas manifestaciones en contra del Fiscal. Pero no se indignan ante Iván Márquez desafiando al país entero; o ante una JEP que no genera justicia sino impunidad, y que se convirtió en otro nido de corrupción burocrática, presupuestal y administrativa; o ante el carro bomba que hizo explosión en la Escuela de Policía General Santander, el día de ayer, mientras en otros puntos de Colombia se manifestaban exigiendo el desmonte del Esmad.
De una cosa sí estamos seguros: un Fiscal General que asumió sus funciones de tal forma que puso a temblar a esos grupos criminales comunistas que se sentían intocables, y que cada día reclaman más poder e impunidad, tiene que contar con el respaldo de los ciudadanos de bien. Un Fiscal General que está dispuesto a sacrificar su seguridad y tranquilidad, en pos de contar esa verdad que el establecimiento ha venido ocultando, tiene que ser un estorbo para muchos, pero representa una garantía para la gran mayoría de colombianos que reclamamos justicia para todos, incluidos, por supuesto, los delincuentes de izquierda.
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