Lo que le sucede a Timochenko en las diferentes regiones del país está despertando unas reacciones inusitadas en los colombianos. Hay quienes se duelen porque el pueblo se manifiesta espontáneamente y desahoga sus sentimientos en contra de una barbarie de más de cincuenta años; otros reclaman por la forma violenta como el pueblo está recibiendo a esos cabecillas, que hoy tratan de mostrarse amables en suelos aun teñidos con la sangre de sus víctimas; y otros aplaudimos esas reacciones de rechazo porque reflejan el sentimiento íntimo de millones de colombianos que no aceptamos la soberbia como el preámbulo de una actividad política, ni el cinismo como uno de los pilares de un naciente movimiento que ha obtenido todo a través de la mentira, la violencia, el subterfugio y la indignidad.
Para Juan Camilo Restrepo, por ejemplo, lo sucedido en Armenia es un “gesto inaceptable de intolerancia”; para Iván Márquez es una estrategia del uribismo; y para Timochenko es una campaña de desprestigio y obedece a prejuicios de la gente. ¡Qué tal! Ahora resulta que el desprestigio de las Farc es producto de una campaña injusta, y no de 50 años de asesinatos, desapariciones, secuestros, narcotráfico, violación de menores, etc. Ahora resulta que expresar libremente los sentimientos es un acto de intolerancia, pero no lo ha sido cuando las manifestaciones (en plaza pública o en universidades) son en contra de Uribe. Estas son las actitudes que enardecen; esta es la falsedad que duele y sigue causando heridas; esta es la continuación del irrespeto hacia los colombianos de bien, y el desprecio por la verdad y la justicia. ¿Se les olvida acaso a los farianos que somos las víctimas quienes estamos asumiendo el costo de sus campañas; de su seguridad exagerada; de sus viajes en primera clase o en vuelos chárter; del sueldo para miles de sus milicianos y el de 10 (o 26) de sus cabecillas que emergieron del terrorismo hacia curules en el Congreso? ¿Se les olvida que no nos han reparado, que sus fortunas permanecen incólumes?
Hoy que el pueblo tiene la oportunidad de manifestarse y desahogar sus sentimientos en la cara de sus victimarios, ¿pretendemos prohibírselo? ¡Esa es la democracia! Y lo que les está sucediendo a los candidatos farianos es una de las consecuencias de haberse desconocido el resultado de un plebiscito en el cual, por medios democráticos, derrotamos los acuerdos secretos y las concesiones espurias. Es una de las consecuencias de desafiar atrevidamente a un pueblo hastiado del terrorismo. Es una de las consecuencias de oír con impotencia el “quizá, quizá, quizá” de Santrich, o a Catatumbo decir que no tienen de qué arrepentirse. Es el inicio de una derrota fenomenal que quedará materializada en las urnas, si no nos la vuelven a robar.
¡Pero ojo! A la par con el desprecio hacia Timochenko y sus secuaces, Petro viene creciendo en las encuestas y va caminando solitario por una senda abierta entre la derecha y la izquierda. Una senda que parece estratégicamente concebida, planeada y estructurada por las Farc para empoderar a su verdadero candidato: Gustavo Petro. Y yo pregunto: ¿cuál es la diferencia entre Petro y Timochenko? ¿Su origen? ¿Su pasado? ¿Su presente? ¿Sus concepciones chavistas? ¿Sus métodos para conseguir el poder? ¿Sus acciones bélicas destructivas? ¿Su soberbia y prepotencia? ¡Ninguna! La diferencia está en los colombianos. La diferencia está en la falta de memoria de quienes han borrado de su mente el Palacio de Justicia incendiado con sus magistrados adentro; en el olvido del desastre en que Petro entregó a Bogotá; en sus vínculos evidentes y estrechos con el chavismo, con las Farc y con sus cabecillas despreciados y repudiados en todo el territorio nacional. ¿Petro o Timochenko? ¡Es lo mismo!
Llegó la hora de que los colombianos de bien pasemos la cuenta de cobro democráticamente: en las calles con las manifestaciones públicas; en los medios expresando nuestros sentimientos sin temores; y en las urnas en contra de una tiranía que se aproxima de manera taimada, como suele actuar la izquierda terrorista.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015