Definitivamente el petrismo se convirtió en una alienación. El desespero por haber perdido las elecciones tiene desbordados a Petro y algunos de sus seguidores que, sin asimilar aún la realidad, tratan de exacerbar los ánimos de los ciudadanos y se preparan para revolcar el país acudiendo, primero, a la violencia en las redes sociales y, segundo, provocando e incentivando los odios e invitando a manifestaciones el día de posesión del presidente Duque.
Para ellos, quien no piense como su desbordado líder o quien no se comporte con su virulencia, merece el repudio de la clase popular y lo encasillan entonces dentro de la “oligarquía” o lo tratan como paramilitar. La democracia y sus decisiones solo son válidas y procedentes cuando les favorece, y la institucionalidad solo es reconocida cuando de ella se puedan servir. ¡Es Petro o es nadie! ¡Es fascismo puro!
Y llegan a unos extremos de desinformación que los desautoriza en grado sumo. Como aquel de endilgar la responsabilidad a Uribe y a Duque de los asesinatos de supuestos líderes sociales (que en muchos casos son ajustes de cuentas entre bandas criminales o narcoterroristas), como si Uribe o Duque fueran los gobernantes; o acusar al Centro Democrático de las consecuencias que estamos viviendo por las decisiones del gobierno Santos, como si no llevara ocho años en la oposición; o de convertir al presidente electo, Iván Duque, en responsable del crecimiento de cultivos de coca en Colombia; o al senador Álvaro Uribe de la crisis económica colombiana, que tiene origen en el exceso de mermelada entregada por el gobierno Santos a sus cómplices sátrapas.
Hay algo absolutamente claro: las masacres o asesinatos selectivos que se están cometiendo en Colombia, coinciden territorialmente con zonas de cultivos ilícitos que el gobierno Santos entregó a las Farc y demás narcoterroristas, y donde la presencia del Estado ha sido nula en los últimos años. Seguramente son el inicio de una serie de situaciones monstruosas que tendremos que vivir, pues la recuperación de zonas delincuenciales donde impera la ley del más fuerte, y que se tienen plenamente identificadas, no será fácil ni pacífica. Y la intención de Petro y sus secuaces de victimizarse con cada masacre, queriendo hacer pasar por líderes sociales o seguidores de su causa, a quienes caen en combates entre criminales, tal vez dejará al descubierto que realmente algunos de sus líderes, directivos de su movimiento y miembros de su campaña tienen vínculos con el narcotráfico, el terrorismo y la barbarie. ¿Será Iván Duque entonces el responsable? Repito: ¡Fascismo puro el de Petro!
¿Estaré exagerando al tildarlo de fascista? Eh aquí una sencilla definición: “El Fascismo se caracteriza por su método de análisis de estrategia de difusión al juzgar sistemáticamente a la gente no por su responsabilidad personal sino por la pertenencia a un grupo. Aprovecha demagógicamente los sentimientos de miedo y frustración colectiva para exacerbarlos mediante la violencia, la represión y la propaganda, y los desplaza contra un enemigo común (real o imaginario, interior o exterior), que actúa de chivo expiatorio frente al que volcar toda la agresividad de manera irreflexiva, logrando la unidad y adhesión (voluntaria o por la fuerza) de la población. La desinformación, la manipulación del sistema educativo y un gran número de mecanismos del encuadramiento social, vician y desvirtúan la voluntad general hasta desarrollar materialmente una oclocracia que se constituye en una fuente esencial del carisma de liderazgo y en consecuencia, en una fuente principal de la legitimidad del caudillo… De hecho, el fascismo es ante todo un nacionalismo exacerbado que identifica tierra, pueblo y estado con el partido y su líder.” (Wikipedia).
En la anterior definición no faltó sino un nombre: Gustavo Petro. Y el de unos ciudadanos obtusos: los petristas que están siendo manipulados por un líder que está explotando sus más repudiables sentimientos incendiarios y exponiendo la vida ajena para acrecentar su ego desmedido. ¿Cuántos inocentes caerán en esta cruzada, que no es más que la lucha por la defensa de un fascista egocéntrico y soberbio? ¡Petro perdió en democracia, y más temprano que tarde tendrá que aceptarlo!
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