Hoy se posesiona el nuevo Congreso de la República. Y albergamos la esperanza de que el cambio de prácticas que ordenamos los colombianos el 17 de junio, se materialice de inmediato. Es obvio que no la tendrá nada fácil el nuevo presidente, pues encuentra un país descuadernado, desilusionado, plagado de corrupción, odios, rencillas y aspiraciones desmedidas de terroristas resucitados dotados de garantías injustas y de poderes desbordados. Pero confiamos en el carácter, la idoneidad y el temple del nuevo Presidente, así como en que las nuevas mayorías del Congreso se dediquen a pensar más en el progreso del país que en sus propios bolsillos.
Por el momento, vemos cómo muchos congresistas andan enfocados en fijar sus posiciones ante el gobierno Duque, unos enviando mensajes de oposición desbordada, absurda y agresiva; y otros reclamando puestos, instituciones, poderes, posiciones y recompensas. Los primeros (conscientes de que solo pueden aspirar a que el nuevo Gobierno fracase para ellos fortalecerse), se han dado a la tarea de endilgarle la responsabilidad del caos que vivimos; los segundos, se le acercan reclamando compensación por su supuesta participación en el triunfo, y han empezado a pasar las cuentas de cobro, tratando de que les asignen institutos descentralizados y entidades gubernamentales. Esperamos que, en cumplimiento de las políticas pregonadas por Iván Duque en su campaña, los primeros puedan ejercer su oposición con libertad, pero sin violencia ni excesos, y los segundos se estrellen contra una barrera de honestidad, decoro y respeto por las buenas prácticas empresariales.
Y dentro de esas instituciones tenemos en Caldas una que, a pesar de haberse mantenido asediada y rodeada por la avidez desmedida de políticos de otras regiones, permanece incólume y muestra una recuperación sorprendente que la convierte en la verdadera joya de la corona de Caldas. Se trata de Gensa S.A. E.S.P. Hace pocos años, Gensa atravesaba por unas dificultades económicas verdaderamente preocupantes; algunas situaciones coyunturales la afectaban de manera tal que se llegó a poner en duda su permanencia. Y aún así, las pretensiones de trasladarla a otras regiones se hacían cada vez más insistentes, y el peligro de que Caldas se quedara sin otra de sus grandes empresas rondaba con mayor apremio. ¿Iría a correr la suerte de Chec o Isa? ¿Seríamos despojados nuevamente de nuestras riquezas?
Pero llegó la administración de Orlando Micolta, y las cosas empezaron a cambiar. Las debilidades se fueron superando; los replanteamientos financieros lograron sostenerla; el emprendimiento de nuevos proyectos la fortalecieron; y la visión técnica orientada hacia su objeto social la llevó a incrementar su presencia en todo el territorio nacional. Sin traumatismos internos, el nuevo presidente se supo rodear de un personal experto y capacitado para afrontar los retos empresariales y, sin miramientos de colores políticos, logró conformar un equipo de trabajo cualificado que no solo le dio un nuevo aire a la empresa, sino que la ubicó dentro de las más sólidas del país. Logró duplicar su presupuesto (que hoy se acerca a un billón de pesos al año), y terminó el 2017 con utilidades cercanas a $36 mil millones. Y se encuentra desarrollando los proyectos de generación eléctrica en el oriente de Caldas, ambición departamental que se encontraba refundida en anaqueles burocráticos. Gensa es una empresa que tenemos que defender los caldenses. Y para defenderla, el nuevo gobierno tiene que blindarla y protegerla de las ambiciones que ya se sienten, no solo de actores externos que pretenden apoderarse de ella para trasladarla a otras regiones, sino de las garras de algunos actores caldenses que la pretenden para beneficiarse de su presupuesto, burocracia y porque, como en tantos otros casos de empresas que otrora fueron caldenses, puede ser objeto de transacciones de nuevos administradores sin escrúpulos que terminarían apoderándose de sus beneficios en detrimento de los intereses caldenses. Bien haría el nuevo Gobierno en analizar con objetividad los resultados de la presidencia de Orlando Micolta y evaluar la posibilidad de su permanencia, lógicamente bajo los nuevos parámetros nacionales, pero teniendo en cuenta que Caldas no puede arriesgarse a que la sigan despojando de sus riquezas.
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