Se ha empeñado Usted, concejal Díaz, en una campaña de desprestigio en contra del suscrito, que lo ha llevado a proferir acusaciones infundadas y a tergiversar la verdad rayando con lo delictuoso. El desespero de sentirse vigilado en su ejercicio edilicio explica su conducta, pero no la justifica.
Es cierto que en anteriores columnas he cuestionado la rectitud con la que se adelantó el estudio, trámite y aprobación del nuevo POT en el Concejo de Manizales. También es cierto que he reprochado la forma como algunos concejales se pudieron servir individualmente de este proceso. Y es vox populi que hubo indelicados movimientos subterráneos presionando a inversionistas y propietarios de la ciudad para favorecerlos o perjudicarlos con las decisiones adoptadas en la Corporación edilicia a cambio de retribuciones personales, pero el temor, la falta de pruebas concretas o la indiferencia han servido de distractores o protectores de la posible corrupción reinante. ¡Esa es mi Colombia!
Me acusa usted de haber hecho lobby en el proceso de la aprobación o exclusión de las zonas de expansión de Manizales. Yo le pregunto: aparte de mi preocupación por los perjuicios que le causará a la ciudad la inseguridad jurídica que ustedes provocaron, ¿qué interés económico puedo tener en estas zonas? ¿Tengo propiedades, inversiones o proyectos en algunas de ellas? ¿Qué poder puedo esgrimir como para que se me considere interlocutor influyente ante los concejales? ¿Qué beneficio personal puedo perseguir y qué me puede importar en lo económico que se apruebe o no una zona de expansión en la ciudad? ¡Ninguno!
Y ya que me deja en entredicho, quiero aclararle que sí estuve en el Concejo de Manizales, pero no haciendo lobby, sino atendiendo un llamado de su presidente. Fui una sola vez a ese recinto (donde puede acudir cualquier ciudadano sin ser invitado o citado, y sin requerir permiso alguno), y conversé con el presidente Víctor Cortés, tal y como debe constar en cintas de video o fotografías oficiales. ¿Dónde está el delito? ¿Fue acaso una visita clandestina u oculta?
Sobre los temas que tratamos, el conducto del llamado y el resultado de la visita le sugiero que se lo pregunte al concejal Cortés ya que, todo parece indicar, les acompaña una gran amistad y cofradía. Y, en gracia de discusión, estimado concejal: si tuviera intereses personales, económicos o de cualquier índole y estuviera haciendo lobby en el Concejo, ¿qué habría de anómalo o ilícito? ¿Existe alguna prohibición legal para que los privados defendamos los intereses particulares de la voracidad de ciertos políticos? ¡No! Pero si algún concejal lo hiciera; si algún concejal estuviera cobrando dinero para la aprobación o el hundimiento de determinados artículos del POT; si algún concejal buscara prebendas o adehalas como resultado de su voto en la aprobación de proyectos; si algún concejal estuviera extorsionando a los inversionistas para no “perjudicarlos” con sus decisiones, eso sí sería delictuoso, ilícito, vergonzoso y repudiable. Y serían faltas gravísimas que originarían pérdida de investidura y sanciones penales.
Entonces no, concejal Díaz; no me deje en entredicho, porque le garantizo que mi comportamiento resiste su escrutinio y el de la justicia. No distorsione la realidad para justificar sus comportamientos. Y no le acepto su invitación a que debatamos estos temas en el Concejo, porque lastimosamente es un recinto que ustedes se han encargado de degradar, y porque entraría en un juego de manipulación de tiempo y espacio donde quedaría su versión extendida contra la mía recortada. Lo reto más bien a que nos sometamos al polígrafo y dirimamos públicamente todo el asunto.
Acéptelo y me comprometo a que, de estar yo mintiendo, me retiro definitivamente de los medios de comunicación. Pero, de tener yo la razón, comprométase usted a que denunciará públicamente a todos los que participaron en este presunto carrusel de ignominia, corrupción y degradación en el trámite del POT, y que asumirá con dignidad sus propias consecuencias. No tengo intereses personales, Honorable Concejal; estoy lleno de indignación, asco y repulsión por las bajezas que se pudieron cometer y por el silencio de personas que, como usted, han gozado de mi aprecio y respeto.
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