Desde esta tribuna hemos luchado con insistencia por realinderar las fuerzas regionales y hemos hecho hincapié en la necesidad apremiante de unirnos y trabajar por unas mismas causas, asumiendo un liderazgo de verdad que nos conduzca por los caminos del progreso y desarrollo. Hemos resaltado también con insistencia la pérdida de civismo, conciencia social y sentido de pertenencia que hoy padecemos, lo que nos hace desentendernos de lo que pasa, abriéndoles espacios a la perversidad, la corrupción, las malas costumbres y el derrumbamiento de esta Manizales del alma.
Y la vida, que no se queda con nada, hoy nos da la razón. El Concejo de Manizales le está dando los toques finales al nuevo POT, mediante el cual vamos a quedar paralizados en el crecimiento y condenados a una absurda densificación poblacional para la que no estamos preparados y que terminará acrecentando el caos de movilidad, seguridad y convivencia. La irresponsabilidad de un Concejo que se encuentra bajo un halo pestilente de corrupción, desgreño, inconciencia e ignorancia, está poniendo en serio riesgo el crecimiento armónico de Manizales y acabando con las posibilidades de mejorar la calidad de vida de miles de ciudadanos, especialmente de los estratos 1, 2 y 3.
¿Y qué dicen las supuestas fuerzas vivas de la región? ¡Nada! No han ido más allá de comunicados tibios e intrascendentes con los cuales parecen no querer comprometer su marcada dependencia con los entes oficiales, y no se atreven a cuestionar, denunciar ni oponerse a unos concejales que, movidos por intereses non sanctos, han tomado decisiones de una envergadura monumental que terminarán afectando nuestra economía en materia grave y, con ello, nuestro desarrollo poblacional y social.
Porque jugar con la estabilidad jurídica de la ciudad en la forma como lo hicieron algunos ediles, solo cabe en la mente obtusa de quienes se mueven dentro de las cloacas politiqueras con el único ánimo de sacar ganancia electoral o económica a toda costa, y sin miramientos éticos ni morales. Yo les pregunto: ¿qué pueden pensar los constructores que habían fijado sus ojos y sus recursos en Manizales, después de que el propio Concejo Municipal trata de derrumbar un proyecto como Tierraviva que está amparado por todos los permisos y licencias legales? ¿Qué inversionista querrá asentarse en nuestra ciudad sabiendo que las garantías, la protección jurídica y la seguridad en el tiempo depende de unos individuos con ánimos personales y movidos por unas ambiciones diferentes al beneficio social? Si del pánico económico sembrado por esos concejales que, abusando de su estulticia, se dedicaron a pregonar como inválido un proyecto amparado por la ley, se desprenden millonarias demandas que tendrán que ser cubiertas por las arcas municipales, ¿quién asumirá los costos?
Pero vuelvo a preguntar: ¿dónde están las supuestas fuerzas vivas de la región? Hoy deberían estar constituidas en un movimiento monolítico e inquebrantable luchando por evitar que Manizales se derrumbe ante la irresponsabilidad del Concejo. Pero prefieren guardar silencio, como si esto no les afectara, seguramente para no incomodar o para no perder privilegios. Esto es lo que hemos logrado desterrando la gente buena de la región; estas son las consecuencias de una sociedad privilegiada y cerrada que ha bloqueado el surgimiento de nuevos líderes y que se tiene que resignar a que hagan y deshagan con el futuro de las próximas generaciones lo que a bien tengan quienes detentan hoy el poder. ¡Pobre mi Manizales!
Hay que advertir sí que en estas decisiones del Concejo que afectan en materia tan grave a Manizales hay concejales sensatos, sesudos, estudiosos y propositivos que, por ser minoría, no pueden más que ejercer su voto a título de constancia y dolerse con las decisiones de esas mayorías oscuras. Son esos concejales que pueden mirar de frente, sin sonrojarse y sin temer que el estiércol que salpica a buena parte de esa desprestigiada corporación logre llegar hasta ellos. Son esos concejales que trataron de evitar que Manizales quedara convertida en una ciudad totalmente bloqueada.
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