Asistí a algunas de las charlas del seminario que sobre el POT fue convocado por Camacol conjuntamente con la Administración Municipal. En ellas la Secretaría de Planeación reiteró, entre muchas otras cosas, la importancia que en el nuevo Plan de Ordenamiento se confería a la movilidad peatonal. Esta prioridad de la Administración se expresó gráficamente mediante el uso de la imagen de una pirámide, en cuya base estaba literalmente el ciudadano de a pie.
La realidad, tristemente, parece ser otra, porque las obras públicas previstas en el Plan privilegian la movilidad vehicular. No existe un sistema que contemple por ejemplo el mejoramiento y construcción de andenes, una red de puentes peatonales que garanticen los desplazamientos de la gente de manera ágil y efectiva y que, por supuesto, reparen las mutilaciones de unas sendas peatonales que hacían que la ciudad fuera un lugar de recorridos pausados, sin alertas.
Ejemplo de ello es la Avenida del Centro y las que se construyen en la actualidad, cuyos promotores se hacen los de la vista gorda ante la necesidad de articular ambos sistemas. La Avenida del Centro cercenó el recorrido natural que existía entre la Plaza de Bolívar y la Plaza de mercado, las de ahora hacen que los peatones tengan que arriesgar sus vidas obligando al transeúnte a realizar peligrosos malabarismos para pasar de un lado a otro, los andenes que los deberían acompañar son unos añadidos que nada tienen que ver con una movilidad de recorridos naturales.
Los andenes construidos por privados y los que están a cargo de entidades adscritas a la Administración Municipal, como Aguas de Manizales, que deberían estar bajo la tutela de las oficinas de Planeación o de Gobierno y ceñirse estrictamente a la normativa vigente, como la ratificada al respecto por el POT, son sencillamente un claro ejemplo de la anarquía o desinterés que reina en este sentido. Observemos solo un par de ejemplos: lo que pasa en el andén occidental de la calle 63, entre la recta del coliseo y la carrera 23 C, o en los del boulevard entre el Cable y el Batallón Ayacucho, donde los andenes se doblegan en todos los accesos a los garajes de los edificios de su entorno, obligando una vez más al peatón a hacer de su caminar por Manizales una experiencia de alto riesgo. No hay discapacitados, ni mamás con cochecitos, ni personas de la tercera edad, ni niños, ni gente, que hayan merecido ser atendidos de manera medianamente civilizada.
Construir ciudadanía está directamente relacionado con la participación de la gente en el escenario de la ciudad, fundamentalmente en el espacio público. Este es el lugar por excelencia para el encuentro ciudadano, para el ejercicio democrático, para el diálogo entre la población y sus gobernantes; en la medida que éste atienda a la mayoría población, es decir a los discapacitados, las amas de casa, los deportistas y los estudiantes, los de la tercera edad, los enamorados, la inclusión será la columna vertebral de la política urbana y por ende habrá una consonancia entre la normativa y la cotidianidad de la ciudad.
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