Continuando con el artículo anterior que trató sobre el Macroproyecto de San José dedicamos el presente a las Piezas Intermedias de Planificación, PIP y al Plan parcial de La Aurora.
Piezas Intermedias de Planificación: Previo a su diseño se hizo un riguroso examen del municipio que expuso más allá de la percepción, la interdependencia que existe entre los distintos sectores que lo estructuran, valorada en su conjunto como parte esencial de la vida en sociedad. Los sistemas de movilidad, de áreas verdes, de espacio público al permear las distintas piezas se convierten de hecho en la columna vertebral del municipio. Incluso al rebasar sus límites o salirse del “mapa”, reconocían su relación con los ecosistemas y redes viales de carácter tanto regional como nacional.
Se dividió Manizales (Urbano y Rural) en diez y nueve piezas a partir de las características que les son propias, de su homogeneidad, de los rasgos que les confieren una especial identidad, en consecuencia el tratamiento de cada una de las partes recibió una planeación particular y de detalle, lejos del simplista y perjudicial rajatabla, que tantos estragos nos está causando en la actualidad.
No es lo mismo la pieza que contiene el Centro Histórico, o el sector de Chipre con su Paseo de los Colonizadores, o la del Hospital de Caldas, o La Enea, o el sector donde están los campus estudiantiles de la Universidad Nacional y la de Caldas. Para ello se hizo un análisis riguroso de cada pieza en busca de un diagnóstico objetivo que permitiera evidenciar sus condiciones actuales para confrontarlas con los estándares internacionales, las metas del Plan de Desarrollo, las propuestas del POT y las necesidades de la gente en una ciudad que se aproxima a los 450 mil habitantes.
Solo se alcanzaron a diseñar cuatro piezas versus las diez y nueve que contenía todo el plan, (quizá se cometió un error al no esperar que todas las piezas estuvieran debidamente reguladas antes de ponerlas en ejecución), cuando todos los que se sintieron de alguna manera vulnerados pusieron el grito en el cielo. ¿Por qué en el Barrio Estrella no puedo construir más de tres pisos?, ¿Por qué tengo que ceder para espacio público una parte de mi propiedad privada?, ¿Por qué esto o lo otro?, ciegos ante una realidad que exige como bien lo expresa la constitución política de este país, que prime el interés general sobre los intereses particulares.
Ustedes que están leyendo este artículo comprenderán que en un casa donde habita una familia convencional no se pueden albergar en un multifamiliar 15 o 20 familias más, sin que se construyan más parques, se amplíen los andenes, las calles, el tubo de alcantarillado o el proveedor de agua potable, comprenderán también que en un lote de 10 metros de frente no se puede erigir un edificio de apartamentos porque las medidas prediales no permiten aparcar cómodamente el número de carros necesarios, y así sucesivamente.
Pero para complacer el interés particular de que hablábamos arriba, la administración siguiente y la siguiente también, derogaron lo alcanzado y homogenizaron Manizales entendiéndola como un gran campo plagado de viejas estructuras que deberían ser reemplazadas para dar paso a una densificación a lo “grande”, promoviendo un negocio inmobiliario jugoso en primer lugar, pero que a la postre se irá en contra por la destrucción de las calidades ambientales de las cuales nos ufanamos y que nos otorgan un alto reconocimiento en el conjunto de la nación. Una mala ciudad no le conviene a nadie, es de por sí un malísimo negocio.
Y echamos para atrás, retrocedimos poco más de cincuenta años, tomando como referencia a lo que pareciera ser una exageración el plan hecho por la Universidad Nacional en 1970, un ejemplo magistral de ordenamiento municipal que partió de una visión integral de la región pero que fue subestimado, otra vez el tigre y su piel. En contra vía, los atributos que tiene Manizales en especial el hecho de ser una ciudad de montaña con unas envidiables condiciones paisajísticas no hacen parte de las nuevas consideraciones de planeación, entendimos la urbe como parte de un mundo plano, un hecho que ya había sido rebatido por Colón cuando se atrevió a surcar los océanos en la remota edad media
Y por último La Aurora. He tenido el placer de estudiar su Plan Parcial, lo considero un ejemplo que supera las experiencias locales que lo han precedido en cuanto a planeación urbana se refiere. Todas las exigencias de espacio público, de áreas verdes, de respeto por la naturaleza, incluso de una bucólica convivencia con ella se cumplen con creces en este proyecto. Las críticas que buscan apabullar el Plan tienen a mi juicio un único objetivo, satisfacer intereses politiqueros de aquellos que elegidos por el pueblo, aspiran a irrumpir “victoriosos” en el mundo del poder. Para ello utilizan el medio ambiente haciendo de su protección una cruzada que les permita catapultarse a la escena pública hasta el punto de tener totalmente perturbados y hasta deprimidos a los sí expertos en medio ambiente por la torpeza e ignorancia de sus argumentos y por la demoledora postura de no veo, no oigo, no entiendo, que impide cualquier tipo de diálogo aunque fuera siquiera precariamente civilizado.
La Aurora está situada en un terreno dedicado hasta ahora a la explotación ganadera, un potrero, por tanto extraña que nuestros políticos de marras no hayan alzado su voz ante el peligro inminente que se cierne sobre Manizales con un entorno de ladera plagado de semovientes que se pasean inconscientes de los estragos que nos están causando. Como se ha reiterado en artículos anteriores, parte fundamental de los deslizamientos que tanto daño nos han causado se deben a este flagelo. Piensen no más en la falta de provisión de agua desencadenada por el derrumbe ocurrido en la Marmolera, en las inmediaciones de la planta Luis Prieto Ocampo en el año 2011, allí estaban las vacas deglutiendo el futuro de nuestro territorio y los “ambientalistas” esos que han buscado hasta el cansancio torpedear el desarrollo de La Aurora, callados.
Muchas son las reflexiones y preguntas que suscitan estas experiencias, en especial la dificultad de cambio que cobija al grueso de esta sociedad. Nos dedicamos en atravesarle palos a la rueda a cualquier iniciativa que tienda a modificar nuestro esquema de aparentes privilegios, o que nos saque de la modorra que produce el vivir ausentes de un mundo que exige nuestra contribución para hacer de Manizales la casa grande que a todos nos albergue y en la cual podamos vivir con dignidad.
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