Se inicia el cuatrienio de la administración Duque. Grandes desafíos tendrá su administración en temas heredados del Gobierno Santos y otros, de las iniciativas de su Plan de Gobierno. Enumeraremos algunos y seguramente otros quedarán en el tintero pero la verdad, hay puntos que generarán controversia y dificultad para una administración que arranca.
Las relaciones fronterizas con el Ecuador y Venezuela, donde existen conflictos con grupos al margen de la ley, narcotráfico, minería ilegal y el desconocimiento de la institucionalidad del Estado colombiano.
Población ilegal venezolana que deambula en el territorio nacional, empieza a generar una bomba de tiempo, requiriendo una atención inmediata, pues ha dejado de ser un problema humanitario local y empieza a perfilarse como el motivo desencadenante de un conflicto entre ambos países, difícil de predecir.
La revisión y los ajustes para la implementación del Proceso de Paz y el cumplimiento de lo pactado por el anterior Gobierno en materia de reinserción y reconocimiento a la población desmovilizada, es un punto que demanda voluntad política y recursos suficientes para satisfacer las demandas pactadas.
Los cultivos de coca en las zonas del Chocó, Cauca y Nariño, Catatumbo, Caquetá y Putumayo con una extensión cercana a las 220 mil hectáreas, tienen distintas aristas. Las comunidades reclaman la no erradicación ni fumigación por ser un medio de subsistencia, en regiones donde no hay intervención del Estado; los grupos armados ilegales hacen presencias como paramilitares o guerrilleros, vigilando y protegiendo los cultivos ilícitos como fuente de financiación. El Estado procura hacer presencia militar y de acompañamiento social con resultados infructuosos y los Estados Unidos reclaman a diario el crecimiento exponencial de las áreas sembradas en nuestro país, pero no revisan el consumo excesivo de los adictos en su territorio.
La negociación con el Eln y el Clan del Golfo deben reorientarse pues hasta ahora son más las exigencias de los alzados en armas que las manifestaciones de buena voluntad para dar por culminado el conflicto.
La guerra en Colombia ha golpeado con severidad la población indígena y afro descendiente, perturbando las zonas y territorios ocupados por estos, situación que pone en alerta a los organismos internacionales especializados en monitorear poblaciones en riesgo.
Debe el gobierno entrante implementar con urgencia, medidas que conduzcan a salvar la condición del gremio cafetero. 547 mil familias necesitan medidas integrales para cambiar el sombrío panorama. Desde fondos de sustentación para estabilizar el precio, hasta créditos blandos y refinanciación de deudas.
Se requiere la continuidad a los programas que deja el Gobierno saliente y merecen el reconocimiento siempre y cuando sean de beneficio para la nación y estén por encima de cualquier mezquindad personal. Lo bueno y lo que sirve debe mantenerse por encima de cualquier pretensión política o partidista.
Pero el mayor reto para el señor Presidente, es devolverle la armonía y la reconciliación al pueblo que va a gobernar. Los colombianos después de este debate electoral quedamos polarizados, desunidos, segmentados, divididos, muchos enemistados y confrontados. Aún retumban las ofensas y los calificativos desobligantes entre todos aquellos que piensan diferente; Colombia es grande y en ella todos tenemos cabida. Ojalá la inteligencia, prudencia y ponderación del doctor Iván Duque, sean su compañía en las decisiones que orienten nuestra Patria por los senderos de la paz y la prosperidad. Su juventud y formación académica son prenda de garantía para trabajar incansablemente, hasta alcanzar los logros que demanda la gran responsabilidad obtenida. El respaldo mayoritario alcanzado en las urnas lo compromete con una muestra poblacional de tendencia de centro derecha y una marcada antipatía y rechazo con el Proceso de Paz, pero las cifras de la oposición, invitan a una seria reflexión. Más de 8 millones de votos de tendencia centro izquierda, demarcados territorialmente en zonas marginales y con pobre presencia del Estado, son un campanazo y aviso acerca de la tendencia del elector, a abandonar los movimientos partidistas y aglutinarse en torno a agrupaciones sociales beligerantes, contestatarias y decididas a una oposición abierta.
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