El expresidente Santos, y con él muchos colombianos, siguen tratando la desmovilización parcial de las Farc como el logro de la paz, no obstante las contraevidencias que señalan que en Colombia existen todavía diferentes grupos violentos, algunos de ellos enfrentados directamente con el establecimiento. No obstante siguen pregonando que lograron la paz. Al punto que, si el presidente Duque hace uso de una facultad constitucional para objetar por inconvenientes seis artículos del Estatuto de la JEP salen de oficio a defender la paz cuando no tenemos siquiera la desmovilización plena de las Farc, porque al menos 2.000 guerrilleros siguen delinquiendo.
Como es sabido, lo pactado se entiende intocable, bueno… esa condición es materia de discusión, pero a lo que yo me estoy refiriendo es al estribillo de que se está en contra de la paz, al que ahora se le agregan deducciones impropias y mentirosas, como lo hace el liberalismo al señalar en unas vallas que quienes están con la JEP son las víctimas y quienes buscan modificaciones los victimarios. Vaya transgresión.
La JEP fue creada para facilitar la desmovilización de los victimarios, para garantizarles que no tendrían cárcel, así fue evidente en su formulación y lo sigue siendo ahora cuando se pone en marcha.
Un día, llevado por la euforia de la victoria del No en el plebiscito, duele darle este título visto lo visto, un egregio caldense, de una enorme preparación y facilidad de expresión dijo que lo que a continuación procedía era hacer trizas el acuerdo firmado en La Habana. Nadie que yo recuerde, entre los gestores de ese rotundo No se prendió de ese exabrupto, por el contrario acudieron a palacio para hacer propuestas y pedir rectificaciones. De hacer trizas nada, aun cuando era evidente que el acuerdo estaba herido de muerte, pero quienes causaron la herida acudieron prestos para evitar el desangre, así parezca contradictorio a salvarlo con las modificaciones nacidas del resultado del plebiscito. Allí nació el mayor conejo que en el mundo ha habido. No se les invitó a reunirse con la contraparte, que era la guerrilla, tomaron nota, agregaron algunas cosillas sin tocar las esenciales señaladas por los abanderados del no, desconocieron el resultado, volvieron a firmar y se las ingeniaron para darle en el Congreso la aprobación que el pueblo les negó.
El No a la pregunta de si se aprueba el plebiscito equivale a hacer trizas, que es “destruir completamente”. Es una paradoja. El categórico no a la aprobación del acuerdo dado por el pueblo en el plebiscito lo dejaba sin vida - hecho trizas destruido completamente. Sin embargo, los gestores del no fueron a palacio a darle vida mediante puntuales y esenciales modificaciones.
Como se dijo, el presidente Santos y con él la comisión nombrada por el mismo Santos dijeron serían voceros de las modificaciones buscadas a la guerrilla en la mesa de La Habana. Orquestaron las nuevas reuniones y con la guerrilla conformaron lo que llamaron un nuevo acuerdo, que dejaba por fuera las principales exigencias de los promotores del no, para dar la apariencia de un nuevo acuerdo que se llamó muy justamente del “Teatro Colón” y con esta escenificación lo presentaron al Congreso para que le diera apariencia de legalidad con el argumento de que este representa al pueblo, cambiaron pues el No del constituyente primario por la aprobación de un constituyente derivado, al que además, con su anuencia le recortaron sus funciones con la implantación del fast track: Esto es una discusión con bobo amarrado (el dicho dice con burro) puesto que, con mayorías señaladas se disminuían los debates en cada una de las cámaras, que, además no podían cambiar o modificar el texto propuesto y se procedía a votar sin deliberación. Ahora se señala que el presidente no puede objetarlas y, todo esto, hecho en contra del pueblo que dijo No.
A propósito de la batalla por la paz, la extrema izquierda que nosotros tenemos muy activa, propone al gobierno reiniciar conversaciones de paz con el Eln, pero, desde luego, no le proponen previamente al grupo guerrillero el cese de las acciones que impiden la paz, esto es que cesen las voladuras de oleoductos, secuestros y entreguen a los ciudadanos que retienen, sino al gobierno que, como se sabe, ya puso aquellas condiciones. Seguramente para quienes ahora proponen nuevos diálogos es el gobierno de Duque el que trastorna la paz que nos entregó Santos.
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