La circulación de automotores es un asunto que nació con el siglo pasado y se fue intensificando con el trascurso del tiempo, hoy tenemos grandes y extensas carreteras que ahora llamamos autopistas; en las ciudades calles, carreras y avenidas, grandes y pequeñas. Con ello, nacen también las normas de tránsito, puesto que las personas necesitan moverse de un lugar a otro y las calles ya no les pertenecen o no están solo para su movilidad individual, se requieren normas de tránsito que indiquen cómo se mueven las personas, los vehículos y hasta los animales. Sin ellas es imposible una buena circulación. Violar las normas trae desorden, accidentes, destrucción de bienes y hasta lesiones o muerte de intervinientes o terceros. No es pues un asunto vacuo, por el contrario, una buena normatividad y su ajustado cumplimiento traen seguridad, comodidad y bienestar.
Será que lo entiendo mal, o será que nos falta educación en cuanto al tránsito de automotores y peatones, porque lo que tenemos es un caos del que unos y otros salen indemnes con fortuna. Parece que no es posible que los pasajeros esperen los autobuses en el lugar señalado, e imposible así mismo que los conductores dejen de recibirlos en el lugar en donde aquellos les ponen la mano y, así el tráfico se hace imposible. Cualquiera que salga de Colombia sabe que el autobús no le para sino en el lugar señalado, por tanto todos los esperan allí, en donde el vehículo llega, además, en el horario señalado. Eso se llama orden. En Manizales los sitios están señalados, generalmente amplias bahías, pero el pasajero que sabe que el bus le para, prefiere esperar a la salida de su casa y el conductor cuando ve pasajeros muchas veces no aparca sino que se acerca y los recibe en la vía para no perder la posición.
Los llamados pasos de cebra se colocan para beneficio del peatón, para que pueda pasar con seguridad y tranquilidad de un andén al del frente. Tal señalización no se requiere en los semáforos, porque el cambio de luces le da plena seguridad al peatón, no solo sobra sino que perjudica pues es obvio el peatón no tiene la vía cuando el cambio favorece al conductor. Deben ir en aquellos lugares a los que concurre un buen número de ciudadanos para facilitarles el paso, pero no se trata de que las personas esperen allí hasta que haya menos flujo o un conductor “bien educado” les haga el favor. No, la franja es para el peatón y el conductor siempre debe dar paso; pero… a ver quién es el que se arriesga; sin una buena instrucción mejor poner cuidado y, entonces, la zona deja de ser del peatón, ya que los conductores apuran la marcha e incluso pitan para inhibir al osado que según ellos interfiere su paso. La administración de Manizales parece pensar como los conductores, y ayuda al enredo cuando coloca unas pequeñas islas en la mitad del trayecto entre andén y andén, supuestamente para protección del peatón, pero con ello lanza el mensaje equivocado de que los pasos de cebra no son en su beneficio. Yo he vivido viajando como pasajero en taxi que el conductor le pita al peatón que espera en la acera o a mitad de camino, alertándolo que no debe pasar, y también, como peatón, la sensación de que no obstante tener el paso, no tengo la tranquilidad de que se trata de una zona segura. En las avenidas con dos direcciones y doble carril lo aconsejable para el peatón es hacer el tránsito en el lugar en donde haya semáforo o puente peatonal.
De los estacionamientos mejor no hablar, los conductores estacionan donde les venga en gana sin preocuparse de la circulación. Faltan señales que prohíban parquear en sitios que producen atascos, aun cuando también los burlan. Ocurre otro tanto con el cobro por el estacionamiento, que es alto e indebido, porque las calles no son bienes públicos, más concretamente no le pertenecen al municipio, son bienes de uso público, esto es para y se me excusa la reiteración, para el uso de todos los ciudadanos.
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