Bien sabemos que las épocas electorales nos ponen la sangre a los colombianos a altas temperaturas, haciéndonos olvidar que existen muchas otras razones mejores para dedicar el tiempo y los esfuerzos, que escoger unos paquetes de políticos a quienes durante las campañas los ponemos en lo más alto de los altares. Lo hacemos convencidos de que por fin, algún día, cumplirán con las promesas de ayudar a sobrevivir a sus electores, pero que al poco tiempo al darnos cuenta de que nuevamente hemos caído en el hueco sin fondo de las mentiras, la decepción nos hace volver por los caminos de la amargura con los consecuentes ataques verbales producidos por la decepción de otro fracaso más.
Por eso, con pleno conocimiento sabemos que también hay mucha gente buena por quien tenemos que jugárnosla, esta vez con más verraquera que nunca.
Pocas veces habíamos tenido unas elecciones más complicadas y peligrosas como las que se nos vienen encima a partir del próximo 11 de marzo, cuando primero elegiremos un nuevo Congreso que tendrá un panorama muy difícil, porque será la primera barrida a escobazos y muchos quedarán lamiendo las hieles de la derrota. Llegaremos después al 27 de mayo para definir quiénes disputarán la Presidencia en la segunda vuelta; y como fecha cumbre el 17 de junio, cuando el país con muchos temores, polarizado hasta los tuétanos y rodeado de toda clase de peligros por los bandoleros, las bacrim, los facinerosos, y todos los malignos que el diablo nos dio, será la escogencia inmensamente anhelada de un presidente que nos sepa llevar a una tabla de salvación que nos saque de la amarga y oscura noche que hemos tenido que soportar durante tantos largos y angustiosos años.
La mayoría de los precandidatos son políticos ampliamente conocidos, y a pesar de sus defectos son personas que conservan su imagen de gentes honestas y con amor por su patria. Sin embargo, hay algunos que nos ponen a dudar sobre qué tan cerca estaremos de volver a caer en errores que nos pondrían otra vez al borde del abismo sin esperanza de salvación.
Son definitivas estas primeras elecciones para Congreso, porque ellas definirán cómo será la carrilera, y si por ella vamos a llegar a una buena estación.
Amarrémonos los pantalones y escojamos a los verdaderos líderes, que con patriotismo, valentía y honestidad sepan llevar esa bandera de la patria, que bien alto la tendremos que izar como un faro en medio de este galimatías.
Tenemos un guía que ya nos dio ejemplo de su valor y su conocimiento. No quiero decir su nombre, pero su apellido es Uribe.
P.D.: Me puse a dieta, renuncié a la bebida y a la comida y, en catorce días, perdí dos semanas.
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