Repitiendo algunas frases de mi columna de la semana pasada los últimos años políticos bajo el gobierno del presidente Santos, han sido de los más escabrosos de nuestra historia, pocas veces hemos vivido períodos presidenciales en los que la opinión del país haya estado más en contra de un mandatario.
Esta reacción tiene como motivo vertebral el sentimiento que nos cubrió desde el momento en que Santos decidió que no iba a ser el mandatario fiel y honesto que siguiera con lealtad las políticas trazadas por su antecesor, las que demostraban un gran valor para enfrentar a los bandoleros y terminar en forma definitiva con los más de sesenta años del baño de sangre con que nos han hecho sufrir los asesinos.
Es lógico que cuando arrancó el doctor Uribe su gobierno y comenzaron a verse los buenos resultados del valor de unas Fuerzas Armadas heroicas y decididas a no dejarse arrastrar por políticos ineptos y deshonestos, como estábamos acostumbrados, salió el Ejército desde el primer día de sus cuarteles, como lo ordenó su comandante en jefe, y sin que le temblaran las manos y en forma estratégica dio orden a sus hombres de atacar de frente, iniciando así la barrida de los más peligrosos enemigos, hasta llegar al final de su primer período con un ambiente de optimismo que hacía largo tiempo no sentíamos.
Pero por manes de la política, Santos sucedió a Uribe y además repitió mandato, y todo ese ambiente de optimismo se fue diluyendo ante la terquedad que significó comenzar unas negociaciones de paz con los bandidos, que ojalá no terminen en el fiasco que presagiamos.
El futuro del país es bastante incierto y la prueba de ello son los fracasos de toda índole que ha tenido que aguantar el presidente Santos, a quien sus más fieles servidores de antaño le han dado la espalda, dejándolo en una triste soledad política donde la traición ha sido la menos dolorosa etapa del fin de su mandato.
Tiene el primer mandatario amargos fracasos que no se curan ni con premios Nobel, y al frente la necesidad de que los colombianos volvamos a enfrentar a los timochenkos asesinos y violadores de niñas, para recuperar nuestra perdida esperanza. Y eso que todo indica que el año que llega va a ser peor que este.
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