Se cumple la semana entrante la fecha límite para el día D+180 convenida por los guerrilleros de las Farc con el Gobierno Nacional para terminar la entrega de las armas que están en su poder y comenzar de verdad con una etapa de tranquilidad, o la tan anhelada paz de todos los actores involucrados en el conflicto.
Los resultados han sido decepcionantes, a pesar de todas las declaraciones, las promesas y los enfrentamientos verbales entre las partes. Tal vez el único que se ha expresado con sinceridad sobre lo que está aconteciendo es Santrich, uno de los cabecillas de las Farc, quien en unas valientes declaraciones en el programa de la revista Semana con María Jimena Dussán dijo, sin que le temblara la voz, que el fin del conflicto estaba en un verdadero limbo, y que ellos no estaban listos para hacer una entrega total de armas, ni la otra parte para recibirlas y cumplir las promesas del gobierno. Esto es lamentable.
Como será de problemático el asunto que la delegación de la ONU es de las más enredadas y con menos efectividad hasta el momento, y sus miembros han demostrado que no estaban ni cercanamente preparados para resolver la gran cantidad de problemas que están afrontando.
Mucho se le hizo ver al gobierno que había que prepararse en forma muy eficiente para cuando llegáramos a esta etapa, pero desgraciadamente la politiquería que nos ha invadido, la polarización de los partidos políticos y las fallas permanentes del poder judicial han sido el peor de los males que nos han azotado.
Santrich, el invidente quien me descrestó, tiene la razón cuando comenta la dificultad del gobierno para recibir toneladas de armamento y municiones sin siquiera existir caminos de herradura, y mucho menos medios de transporte para sacarlos de lo profundo de la selva a sitios medianamente civilizados, donde se pueda proceder a su destrucción bajo la vigilancia de los organismos internacionales. Y argumenta que no existen estrategias para proporcionarles una efectiva seguridad ante los ataques criminales que vienen ejecutando los asesinos del Eln y las Bacrim, que muy lejos están de querer llegar a un fin del conflicto, y menos aún de entregar las armas ni las enormes riquezas provenientes de narcotráfico, con las que esperan seguir viviendo como reyes en cualquier parte del mundo.
Muy enredada la situación y muy poca preparación para enfrentarla.
Esperemos que se vengan días menos complicados y que los gobernantes y la misma oposición consigan llegar a los acuerdos que nos den la tranquilidad que tanto anhelamos.
P.D.: Es lógico que los abuelos se entiendan bien con los nietos, porque para estos la vida aún no es un asunto demasiado serio y para aquellos ya dejó de serlo.
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