A pesar de que en todas partes nos encontramos en una peligrosa encrucijada que encierra a la mayoría de los países del mundo, la mayor concentración de una lucha estratégica para coger la delantera entre las naciones más poderosas, tanto económica como industrialmente y sobre todo en el aspecto belicista, estos enfrentamientos se reducen a los dos líderes que manejan a Rusia y a Estados Unidos: Putin y Trump.
Comencemos analizando a los que eran hasta hace poco nuestros mejores aliados pero cuya situación con la Presidencia del complicado personaje circense ha cambiado radicalmente. Acaba éste de tomar el poder y ya tiene convertido a su propio país en un verdadero "merequetengue". Sus índices de favorabilidad son tan bajos como nunca se había visto en ese país y nadie había reflejado con más contundencia la no aceptación de sus conciudadanos ante la forma casi dictatorial con la que está manejando al gran coloso. Pero lo más vergonzoso de este circo es la anulación de casi todas las leyes que dejó marchando su antecesor Obama, con las cuales se trataba de forma muy humanitaria a los millones de inmigrantes, cuya presencia en territorio gringo tanto ha ayudado a solidificar una democracia que a su vez ha blindado el desarrollo de la primera potencia mundial.
Pero, en lugar de aprovechar e incrementar la circunstancia favorable de su triunfo en las últimas votaciones, la respuesta ha sido empecinarse en levantar muros de infamia para castigar duramente a un país de los nuestros, como lo que planea hacer con México, eliminando el tránsito libre entre los dos países, dando como justificación que los latinos lo único que hacemos es daños a su país.
Por otro lado Rusia, el país del presente, manejado por un hombre joven y valiente, a quien su pueblo, lejos de tomarlo como un dictador lo tiene en lo más alto de su favorabilidad, y quien astuta e inteligentemente ha convertido a su país en la primera potencia a nivel mundial.
La diferencia entre los dos personajes es abismal: el uno ególatra y enfermizo sexual, increíblemente, en tan corto tiempo ya está viendo en grave peligro la continuación de su mandato, y desde ya se duda mucho que sea capaz de terminarlo. Los políticos están atacándolo, y el mundo civilizado mira con desagrado la forma como ha solidificado en su contra a los países de su entorno político, hiriendo susceptibilidades y poniendo en grave riesgo el patriotismo de sus vecinos.
Claro que los colombianos, dentro del contexto latinoamericano, somos un pueblo muy difícil de manejar, y cuando nos pisan los cayos no nos quedamos incólumes. Por eso, ahora que con el pelirrojo ya comenzamos a sufrir puyazos, es hora de que los próximos candidatos vayan preparando sus lanzas para irse aproximando, diplomáticamente por ahora, y económicamente, un poco más adelante al nuevo líder mundial, lo que significará para nosotros aproximarnos más a la inteligencia y la astucia que a la egolatría y la petulancia.
Tenemos que reconocer que, como decía el Tuerto López, ya pasó el tiempo del ahumado candil y es hora de que con inteligencia miremos más seriamente hacia el futuro, porque en poco tiempo los enfrentamientos tendrán que ser entre grandes coaliciones, porque solos no llegaremos a ningún Pereira.
P.D.: El final no es la muerte, todavía queda la pelea de la sucesión.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015