El 27 de mayo de 2018 se realizarán en Colombia las próximas elecciones de presidente de la República 2018-2022. Durante el año que tenemos por delante pueden pasar tantas cosas que sentimos temor por nuestro futuro, al ver cómo se siguen enredando las perspectivas de vivir en paz.
Durante el primer mandato de Uribe respiramos un ambiente de fortaleza en la lucha contra los enemigos de la patria, que acorralados por las fuerzas militares sintieron su reinado de terror diezmado a pasos gigantescos por el ejercicio del derecho constitucional. Recordamos con un suspiro de tranquilidad, cómo volvió la confianza en un gobierno que demostró que sí podíamos enfrentar a los malhechores y vivir civilizadamente. Pasado su primer cuatrienio, Uribe decidió lanzarse a la reelección, y gracias a los resultados óptimos que demostró, consiguió una segunda victoria para terminar el tan ansiado triunfo total contra el terrorismo.
Uribe ganó en forma holgada un segundo mandato, sin prever que en esa nueva etapa iba a encontrarse con enemigos que escudados en falsas colaboraciones, y con base en poco honestos respaldos, le fueron socavando sus buenas intenciones, y cayó en la trampa que le tendieron sus seudoamigos a quienes respondió con buena fe ante sus soterrados ataques.
Después se cometió el grave error de seguir aspirando a más poder, lo que en Colombia es muy difícil por la idiosincrasia de su pueblo.
Llegó como mandatario Santos con el respaldo del mismísimo Uribe, y con una buena votación porque todos estábamos convencidos de la lealtad del nuevo mandatario, a quien se le entregaba el poder para que continuara combatiendo a los enemigos con el mismo empeño.
Pero las cosas no salieron como esperábamos, y nos vimos enredados en una extraña red de intrigas y de cambios en las políticas democráticas, siguiendo unas estrategias para alcanzar una paz puestas en práctica por Enriquito, el hermano de Santos, cuyas andanzas izquierdistas eran conocidas, pero del que nunca se pensó que se iban a poner en ejecución.
Y así vamos de tumbo en tumbo, de división en división, de traición en traición, al punto que dicen los que saben de historia que nunca en la vida del país se había visto una polarización tan nefasta, que ni siquiera en los tiempos de la violencia partidista se sentía con tanto furor.
Han comenzado a abrirse las compuertas de las precandidaturas presidenciales, de los veintitantos partiditos políticos que todavía respiran, gracias a la mermelada que tan generosamente ha repartido este gobierno. Ya nos dieron a los opositores el primer trago amargo enviando a la basura los resultados del plebiscito. Ya tendremos tiempo para comentar sobre los precandidatos, quienes fuera de dos o tres a quienes se les reconoce su patriotismo, con los demás es mejor que se baraje y vuelvan a dar.
P.D.: Entre las palomas y los políticos es imposible mantener limpio el Congreso de la República.
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