Después de casi dos meses finalmente terminó el cese de actividades decretado por el sindicato de pilotos de Avianca, que agrupa a cerca de 700 trabajadores de una de las empresas más importantes para la economía del país.
Comento estos acontecimientos porque tengo la impresión de que a pesar de la importancia de los directivos de uno y otro lado, los resultados son funestos, por la intransigencia y las pésimas políticas laborales que se aplicaron. Para nada se tuvieron en cuenta a los más perjudicados, que fuimos los miles de colombianos que sufrimos toda clase de vejaciones, unidas a las gravísimas consecuencias en todos los ámbitos, desde el impacto económico desastroso, que se reflejó en la canasta familiar de los menos remunerados, hasta los negocios que quedaron paralizados y que afectaron todas las esferas de la sociedad.
No estoy en plan de alabarme, pero quiero exponer cómo en mi larga vida laboral, habiendo sido director de varias empresas, tuve que negociar cerca de 12 pliegos de peticiones en Manizales y 5 en Bogotá. Los trabajadores de estas industrias con un promedio de 600 operarios cada una, no eran cualquier merengue en dulce y el historial sindical ponía a trastabillar a los directivos, porque cada negociación se alargaba generalmente por más de 45 días, tiempo en el cual se comenzaba con la célebre operación tortuga y terminaba con severos daños a las instalaciones.
Claro que en Bogotá las cosas eran más difíciles, entre otras cosas porque los abogados de la capital tenían metida en la cabeza una supuesta superioridad intelectual y social lo que los convertía en quienes creían manejar el sartén por el mango. Diferente, pero también con problemas, pasaba en nuestra ciudad, aunque a veces venían líderes de izquierda a los que no les interesaba ninguna paz laboral, y en un rato dañaban los arreglos que con esfuerzo habíamos conseguido en largas trasnochadas.
Mi estrategia fue diferente a la que se venía acolitando, y se basaba en respetar a la contraparte tratándolos como lo que eran, esto es de igual a igual, escuchando sus puntos de vista, y sobre todo poniendo en su conocimiento los argumentos para llegar a justos límites que permitieran que ambas partes salieran favorecidas, sin causar heridas graves.
Pero eso no pasó en la huelga de los aviadores. A mi modo de pensar, la actitud petulante del señor Efromovich, tratando de criminales a los pilotos, se salió de toda discreción y enrareció las negociaciones. A su vez, las peticiones de los trabajadores fueron de una exageración tal, que hasta los ciudadanos del común rechazamos.
Nos queda como conclusión que si así fue un enfrentamiento entre gentes de alto nivel educativo, cómo serán los agarrones con los malhechores de las Farc apenas crean que pueden llegar a ser presidentes de Colombia, como tanto lo anhela el cabecilla Timochenko.
P.D.: Hay por lo menos una cosa en la cual los hombres y las mujeres están de acuerdo: Ambos desconfían de las mujeres.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015