Por fin estamos llegando al final de la primera parte de esta larga y tormentosa travesía del desierto, cuyo inicio se concretó hace ya ocho largos años.
Como dicen los llaneros al atravesar los desiertos secos y tempestuosos, la vida tiene mucho parecido con los sufrimientos que nos van deparando los arenales infinitos, sin que veamos el fin del camino y, cuando logramos aproximarnos, entramos a la incertidumbre de si esas tierras ignotas y desconocidas nos van a dar una placentera bienvenida, o si, por el contrario, tendremos que enfrentarnos a panoramas aún más oscuros que los que estamos dejando atrás.
Las encuestas preliminares de estos comicios presagian unos resultados muy enredados, a estas horas nadie puede dar ni siquiera aproximadamente una idea sobre lo que podrá suceder el domingo, y lo único que tenemos claro es que cada vez se va haciendo más estrecho el margen que nos distancia a los demócratas de las fuerzas radicalizadas de izquierda, que apoyándose en la violencia, han ido creando un ambiente cobijado por un manto de temor.
Colombia es un país "sui generis", donde todos los visitantes que llegan quedan gratamente sorprendidos por la belleza de sus montañas, la magnitud de sus mares, la riqueza y fertilidad de sus campos, y la diversidad de sus climas. Lamentablemente no podemos alabarnos con la misma intensidad sus habitantes, porque la historia nos muestra que es mucho el daño que nosotros mismos nos hemos hecho y como hemos desperdiciado un futuro, que pudiera haber sido la base para un verdadero paraíso, y no el de un bello territorio con tantos problemas como los que nos atormentan por todas partes.
No voy a hacer más críticas al actual gobierno que ya está pasando a mejor vida, con índices de desfavorabilidad como pocas veces se vieron en nuestra historia, pero sí tengo que expresar que nos deja un futuro muy incierto. Tengo la esperanza de que mañana podremos levantarnos con berraquera y enfrentar con valentía las dos terribles plagas que nos azotan: la violencia y la corrupción. Podría añadir que la politiquería sucia y rampante también forma parte de esta lista de plagas, que por ahora las dejo por fuera, confiado en que estas elecciones sean el reflejo de que somos capaces, y que sí podemos alejarnos prudentemente del abismo cerca del cual hemos arriesgado nuestras vidas y las de nuestros hijos.
Tenemos que tener mucho coraje para que el domingo nos sirva, esta vez de verdad, para cambiar el ritmo de vida y poder expresar nuestra decisión de hacer de Colombia un país en el que con orgullo podamos sacar pecho y expresar que por fin ha cesado la horrible noche. Lo que pase mañana es definitivo para lo viene en las elecciones presidenciales, y de ninguna manera podemos seguir en esta peligrosa situación de tener que ir a votar muertos de miedo por lo peligrosos que son los contrincantes.
P.D: La libertad, para el demócrata, no consiste en poder decir todo lo que piensa, sino en no tener que pensar todo lo que dice.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015