Muy movidos han estado estos días por la cantidad de acontecimientos que han provocado buenos remezones, pues hasta los periodistas se han visto cortos de espacio para reseñar todo lo acontecido.
Comencemos por la actuación que dejó mucho qué desear del senador Robledo en el Congreso atacando al ministro Carrasquilla, ya que dedicó gran parte de su presentación a ataques personales salidos de tono que demeritaron bastante el concepto que del senador ha tenido el país.
Todavía no se sabe qué seguirá en el Congreso, pero lo más seguro es que no se configure la moción de censura que pretendían los opositores al Gobierno, pues Carrasquilla en ningún momento del debate vio en peligro su posición, no solo por los flojos ataques que recibió, sino porque era relativamente fácil demostrar que su actuación como asesor de una empresa privada no tenía incompatibilidades que mancharan sus actos.
Otro capítulo lamentable fue el desafuero de la Corte Suprema de Justicia al ordenar que se chuzara el teléfono del expresidente Uribe, y luego de que fueran descubiertos, como cualquier hacker de barrio, dar unas explicaciones que nadie les cree. ¿Será que tenemos que con los avances tecnológicos actuales, un error de esta gravedad es una simple equivocación de un subalterno? De los tres poderes que nos rigen; Ejecutivo, Legislativo y Judicial, ha sido este último el que más ha sufrido en su prestigio por la cantidad de situaciones condenables a que se han visto abocados algunos de sus miembros. Este poder, que debería ser ejemplo de rectitud, ha llegado al extremo de perder más prestigio que el mismo Congreso. Ahí sí que se necesita una reforma a fondo para recobrar la confianza en la justicia.
Y delicada en extremo ha sido la actuación de los guerrilleros, especialmente de los "elenos", malhechores quienes han demostrado que tenían razón el Centro Democrático y su líder al oponerse, nunca a la paz, como se pretendió, sino a la forma como se llevó a cabo este proceso. Aunque esos arreglos nos dieron unos espacios de tranquilidad y pensamos que íbamos por buen camino, olvidamos la clase de bandidos que teníamos como contraparte, y la maligna estrategia que estaban adoptando para no perder sus inmensos sembrados de cocaína que los convirtieron en los primeros productores del mundo de la temible droga.
Sin duda ese hecho es el causante mayor de todos nuestros males, y el presidente Duque, quien ha demostrado gran capacidad e inteligencia para gobernar, será quien con los pantalones bien amarrados tendrá que enfrentar a ese monstruo de mil cabezas.
Finalmente, condenamos el terrible, vil, cobarde y miserable asesinato de tres jóvenes ingenieros geólogos egresados de la Universidad de Caldas, por los malnacidos guerrilleros.
¿Qué estarán pensando aquellos que de buena o mala fe creyeron en los asesinos?
P.D.: Toda partícula que vuela siempre encontrará un ojo abierto.
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