Con seguridad muchos expertos, ellos sí, han hablado del tema. No obstante, yo quiero plantear dos o tres ideas sobre el particular y con la esperanza de aportarle al debate sobre la importancia de las ciudades intermedias. La primera idea, quizás estemos de acuerdo en esto, tiene que ver con que las ciudades intermedias tienen una importancia sustantiva en la medida que pueden ser garantes de que se supere la pobreza y se creen condiciones para generar procesos de convivencia democrática. Para el efecto, por obvias razones, debe contarse con el diseño de un plan de ordenamiento territorial, sumado a una planeación de inversiones y la respectiva gestión social y urbana, sustentada en una muy amplia participación ciudadana.
Este hecho implica tener gobernantes y dirigentes sociales con una amplia visión humana que adopten nuevos roles que permitan modernizar los procesos de gestión, y adecuando de manera razonable las responsabilidades, no solo de quienes administran las ciudades, sino de todos los ciudadanos. Hay que decirlo: se trata sencillamente de un acto de corresponsabilidad. Las ciudades son de los ciudadanos, lo que significa que éstos tienen el deber moral de apropiarse de las mismas, si se quieren conseguir desarrollos humanos económicos sostenibles.
Mi segunda idea, que creo es un hecho casi que innegable, es que las ciudades -en particular, las intermedias- son el hábitat de la mayoría de los ciudadanos y los escenarios en donde se desarrollan las economías globalizadas. Éstas abren horizontes en los ámbitos internacionales y emergen como grandes posibilidades para acertados desarrollos económicos y, por ende, para diseñar mejores condiciones de vida de sus gentes.
Como ciudadano esperaría que se diseñaran y programaran, cada vez más, nuevos y mejores procedimientos de pensamiento y acción en lo que corresponde a la planificación, la gestión de los recursos, los manejos adecuados y oportunos de la información, y un trabajo riguroso, serio y eficiente de las acciones que se acuerden entre los gobernantes, los privados y los públicos. El propósito no debe ser otro que pensar en mejorar los modelos de gobierno y de gobernanza, en diseñar mejores ciudades y contar con mejores ciudadanos. En este orden de ideas, pienso en al menos cuatro elementos relevantes para el propósito planificador de una ciudad: territorial, ambiental, económico e integrador.
Lo digo con otras palabras: todos sabemos que la gestión que realicen los gobernantes inciden directa o indirectamente en el conjunto urbano; es decir, los gastos e inversiones destinados a construir infraestructura y equipamiento tienen que ver con la calidad y conformaciones de las ciudades. De igual manera, las normas que se establezcan deben ser garantes de la estructura que se construyó. Así, me parece, los ciudadanos podemos contar con una ciudad eficiente que fomenta el progreso social y económico sostenible.
Finalmente, un comentario que podría ser una idea para que no la olvidemos: hay estudios hechos, por ejemplo por la Cepal, que demuestran que existe una creciente participación de los ciudadanos y de la sociedad civil en las dinámicas de construcción de las ciudades. Este hecho ha dejado de ser una excepción y se ha convertido en una norma. Para nuestro caso, aquí en Manizales se cuenta con el mecanismo de consulta popular; y se ha visto a ciudadanos organizarse y conversar poniendo en común experiencias de comunidades que propenden por tener una ciudad más humana. Esto ha servido, no obstante las obvias diferencias, para crear ambiente de mayor confianza y generar nuevas oportunidades para todos los ciudadanos.
Así, hemos venido trabajando juntos en Manizales. Lo que está demostrado, por ejemplo en la carta que le enviamos el pasado 4 de marzo, algunos ciudadanos que pertenecemos a diferentes organizaciones: gremios, rectores, concejales, diputados, senadores, cafeteros, constructores y medios de comunicación, entre otros, al Presidente de la República Juan Manuel Santos, en el sentido de “solicitarle su acompañamiento y decidida intervención para lograr el cierre financiero que haga realidad la construcción del proyecto Aeropuerto del Café.” Para nosotros, este aeropuerto es ciudad.
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