Un joven que viajaba de noche vio en las afueras de la capital un auto parado al borde de la vía, y al lado una mujer que le hacía señas para que se detuviera. Así lo hizo, y la dama le dijo que por favor la llevara.
Durante el trayecto conversaron ampliamente. La mujer era joven, elegante y hermosa.
- ¿A qué se dedica?, preguntó el joven.
- Al oficio más antiguo del mundo.
El joven quedó sorprendido. ¿Cómo era posible que una joven tan distinguida y culta se dedicara a la prostitución? De todos modos fueron a la ciudad.
- ¿Quiere dejarme en casa?, dijo la dama.
- Con mucho gusto. La casa estaba situada en el mejor barrio residencial de la ciudad, rodeada de un espléndido jardín.
- Entre usted, dijo ella.
En el interior estaban un caballero y dos niños, y la dama los presentó diciendo: mi marido y mis hijos. Y ante la sorpresa del joven, añadió: ¿No le dije que me dedicaba al oficio más antiguo del mundo?: Esposa y madre de familia.
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