La técnica pictórica del claroscuro crea un fuerte contraste entre elementos iluminados y ensombrecidos.
La impusieron los pintores flamencos e italianos del cinquecento y el barroco para destacar mejor ciertas figuras.
Los principales exponentes fueron Tintoretto, Caravaggio, Zurbarán y el mejor de todos: Rembrandt.
Cuando admires esta técnica en alguna obra piensa que así es el cuadro de la vida: un claroscuro.
Una mixtura de altos y bajos, adagios y allegros, luces y sombras, suave y fuerte, dulce y agrio, triunfos y derrotas.
La rueda de la vida gira y hoy puedes gozar arriba y mañana estar abajo sin aliento o con entusiasmo.
La aceptación es tu ayuda para fluir sin apegarte a nada y no sufrir, para confiar y persistir.
Cuando el desánimo te quiera acorralar imagina a Beethoven componiendo obras maestras a pesar de su sordera.
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