Ciertos animales comen lo que para nosotros es venenoso pero su cuerpo sabe transformarlo para su bienestar.
Algo similar puedes hacer tú con emociones negativas como el miedo, la tristeza o la rabia.
No debes pelear con ellas ni reprimirlas, lo sabio será acogerlas como enseñanzas valiosas en tu caminar.
Por ejemplo, puedes abrazar el miedo o la ira con amor dando gracias de que te invitan a aprender algo importante.
En relax y en comunión con Dios identifica por qué siente ira o miedo y entonces tienes luz para conocerte y cambiar.
Lo que sigue es asumir el compromiso de mejorar y debes dedicarte a cambiar el miedo por fe y la ira por serenidad.
Es una labor constante que siempre da buenos frutos si perseveras hasta lograr lo que te propones.
Es una especie de alquimia espiritual en la que terminas viendo oro donde antes solo había plomo.
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