Se dice que en los experimentos de laboratorio con ratas se ha descubierto un hecho que da para pensar:
Ese animalito solo asocia esfuerzo y recompensa por muy poco tiempo: unos veinticinco minutos más o menos.
Si debe hundir una palanca por más de medio minuto para obtener un alimento, la rata se frustra y abandona ese cometido.
Bien, cuando los padres o abuelos le dan un niño todo bien rápido y facilito, no genera tolerancia a la frustración.
Por lo mismo, se cría sin bríos ni resiliencia y abandonará todo aquello que le demande esfuerzo, paciencia y disciplina.
Perseverar, afrontar los escollos y no rendirse es algo que no aprendes desde pequeño si te sobreprotegen y miman en demasía.
Las dificultades son necesarias para templar el espíritu, para demostrarnos que tenemos coraje, fe y fortaleza.
Si quieres que tu hijo o nieto sufra de joven o adulto con una vida bien difícil, la regla es sencilla; pónsela bien fácil de pequeño.
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