Tú sabes que tus mejores días son aquellos que son iluminados por el amor y enriquecidos por el servicio a los demás.
Y también sabes que los días más pesados han sido los más vacíos, días perdidos en la esterilidad de la desidia o la indiferencia.
Por lo mismo, en ese estado emocional que llaman infierno se meten los que no aman y siembran oscuridad.
Piensa en esta confesión que le aflora al novelista griego Nikos Kazantzaki, 1883-1957, en su edad madura:
“Tengo ganas de bajar a la esquina, extender la mano y mendigar a los que pasan: ¡por favor, dadme un cuarto de hora!”.
Algo que sentía no por culpa, sino por pasión, por las ansias de vivir plenamente que lo quemaban por dentro.
Golpea esa poderosa imagen de alguien que siente el deseo de mendigar cuartos de hora. ¿Es así como amas la vida?
Así la aman todos los que salen de su ego y se entregan a una misión de amor: personas que viven para amar y aman para vivir.
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