Una valiosa enseñanza del sabio chino Lao Tse, 604-531 a.C.: “Quien busca aprobación pierde su paz, quien se deja seducir por la vanagloria se estrella”.
No es fácil ser humilde en el carnaval de los egos, el oropel, y las apariencias. Al ego le encanta esto: aplausos, brillo, sobresalir y dominar.
Sin embargo, el camino de la sabiduría es un sendero de amor, desprendimiento, sencillez, bajo perfil y nula arrogancia.
Lo que te perfecciona espiritualmente es dar sin esperar recibir, que no te jactes con las lisonjas ni te deprimas con las críticas.
Tu paz interior no debe depender del qué dirán. Si no buscas aprobación permaneces imperturbable si te adulan o te atacan.
Cuando la crítica venenosa te ponga en el suelo afianza la confianza en ti mismo y apela a la compasión y a lo mejor de ti.
La verdad es que todo el que triunfa es vapuleado y enfrenta los zarpazos del juicio y la envidia. Jesús lo vivió hasta su cruz.
Cuando te juzguen comprende a los que yerran y recuerda que no eres más si te elogian ni menos si te menosprecian.
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