El médico y eximio cuentista ruso Anton Chejov, 1860-1904, vivió solo 44 años, pero dejó una huella literaria que ha influido en muchos escritores.
Sus análisis psicológicos giran en torno a un mismo lema: la desgracia de los humanos es consecuencia de sus malas decisiones.
Escribió: "Cada vida se fundamenta en la intimidad", y eso lo muestra en cuentos como La gaviota, El jardín de los cerezos y en los héroes grises de otros relatos.
“Nadie mejor que Chejov ha representado el fracaso de la naturaleza humana en la civilización actual y en lo concreto de la vida cotidiana”, dijo un crítico.
Chéjov pasó gran parte de sus 44 años gravemente enfermo a causa de la tuberculosis que contrajo de sus pacientes a finales de 1880.
El solo título de su famosa novela “Almas muertas” expresa la realidad que lo obsesionaba: La terrible inconsciencia del ser humano.
Sin embargo, esa percepción de lo frágil no impidió que cultivara el humor y ese brilla y chispea en sus maravillosos cuentos.
Como médico tuvo un gran sentido humanitario y varias veces organizó obras de socorro sanitario. Supo unir el amor y el humor. Hay “almas muertas”.
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