Resiliencia y resistencia son dos palabras que se parecen pero son totalmente diferentes y conviene que profundices sobre esto.
Resiliencia es la capacidad de soportar y superar los golpes de la adversidad, es una valiosa actitud que se aprende desde niño.
Resistencia es oponerse al mal o pelear con él, lo cual te desgasta y es dañino, porque así le das más fuerza a lo contrario.
Por eso se dice esta verdad: “lo que se resiste, persiste”. Hacer resistencia es crecer los males con los que batallas.
Por el contrario la resiliencia te saca paso a paso del pantano porque es la suma de fe, coraje, paciencia y tesón.
Con resiliencia aceptas un mal, pero no te resignas y das lo mejor de ti hasta apaciguar la fuerza de lo que ves como malo.
Un niño protegido y mimado no desarrolla resiliencia y, al crecer, cualquier mal lo hunde y lo puede llevar al licor, la droga, el suicidio, o lo depresión. De eso sabe mucho Boris Cirulnik, neurólogo y siquiatra, experto mundial en el tema, y que con seis años se escapó de un campo de concentración.
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