Los equipos de fútbol invierten poco o nada en formar a sus jugadores como personas y no solo como futbolistas.
Por eso, de modo constante, actúan como niños inmaduros, y algunos terminan mal en su vida, con la pareja o en una prisión.
Son frecuentes sus escándalos, peleas, irse de rumba en una concentración o manejar ebrios. Deplorable el feo gesto de Cardona a los coreanos.
Algo que ya habían hecho antes otros deportistas como un uruguayo, el argentino Lavezzi y un tenista brasilero que fue sancionado.
Hace días el francés Patrice Evra fue sancionado severamente por la FIFA y expulsado de su equipo el Marsellla por darle una patada a un aficionado.
Como pasa en otras áreas, lo que prima es el negocio y pesa poco el buen acto de formar personas que actúen bien.
Así debería ser porque los jugadores son íconos o modelos que influyen para bien o para mal en sus seguidores o fans.
En nuestra patria sobran los buenos ejemplos de deportistas íntegros como Falcao, Catherine Ibarguen, Nairo, Rigo Urán o Mariana Pajón, y así deberían ser todos. Urgen los buenos modelos.
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