Si para la economía mexicana, el turismo significa cerca del 9% del PIB, uno de cada 20 empleos y una fuente de divisas tan importante como el petróleo y las remesas, también la Ecorregión Cafetera de Colombia, haciendo uso de otros atributos naturales y culturales, podría a futuro hacer de dicha actividad el motor de su economía. Tomemos como ejemplo lo que ocurre en la zona costera de la península de Yucatán en México, donde en medio de una selva tropical sin tierra de labranza -habida cuenta de que se trata de un paisaje kárstico donde los suelos son básicos, superficiales y delgados, los ríos subterráneos y los acuíferos en sumo grado vulnerables-, la economía y el empleo se fundamentan en el turismo de la Riviera Maya: ya en el estado de Quintana Roo donde cuentan con Cancún, Tulum, Playa del Carmen, Cozumel, Xel-Ha y Xcaret, o ya en el de Yucatán donde aparecen Chichen Itzá, la ciudad de Mérida, Uxmal, la Ruta Puuc, Izamal, Progreso y Celestún, como centros de actividad.
En Mesoamérica floreció una civilización que cubrió tierras de la Riviera Maya, cuyas huellas culturales aún persisten en sus amables pobladores, artífices de un pasado glorioso, cuyas obras monumentales hoy en ruinas han sido parcialmente restauradas para apalancar la citada industria turística que moviliza cerca de 4,7 millones de visitantes por año: la fórmula para este proyecto que surge en los años 70, son políticas públicas sectoriales e integrales que han facilitado contar con un gran aeropuerto, parques temáticos, hoteles tipo resort, desarrollo de la identidad cultural y capacitación con formación bilingüe, además de estrategias para un empleo digno y aprovechar un escenario de complejos arqueológicos notables en el que sobresalen tres joyas precolombinas, así:
1- Chichén Itzá, un complejo urbano maya de 6,5 km cuadrados, que prosperó desde el año 600 d.C. hasta el siglo XIII, que entre otros elementos contiene, además del campo de pelota, el Templo de los Guerreros y el Muro de las Calaveras, la pirámide del Templo de Kukulkán cuya estructura escalonada pone de manifiesto los conocimientos mayas sobre matemáticas, astronomía, geometría y acústica, y cuya alineación permite observar en la luz y las sombras el inicio de los equinoccios y solsticios. 2-Tulum, un antiguo puerto maya cuyas ruinas muestran el edificio principal de la ciudad amurallada, una gran estructura de piedra que cuenta con tres accesos ornamentados con columnas y dos mascarones zoomorfos, y que se alza en la parte superior de un acantilado rocoso rodeado de mangles, cenotes y un mar azul con playas de arena blanca. En su mejor momento, Tulum se perfiló como nodo articulador de las dinámicas comerciales marítimas y terrestres. Y 3- Cobá: una ciudad de mediados del período clásico de la civilización maya, construida entre los años 500 y 900 de nuestra era, que en su apogeo albergó 50.000 habitantes y alcanzó una extensión de ochenta kilómetros cuadrados. Cobá con sus templos, entre los cuales sobrevive la pirámide del Nohoch Mul de 42 metros de altura, aunque logra mantener estrechos contactos con Tikal, Calakmul, o Dzibanché, después de 1000 d.C., eclipsada por nuevas urbes precolombinas, pasa a ser una ciudad de segundo orden.
Ahora, en esta Ecorregión Cafetera mediterránea de ecosistemas de páramo, volcanes nevados, fuentes termales y verdes montañas de fértiles valles intercordilleranos, con los pisos térmicos del medio tropical andino con su biodiversidad, podríamos hacer lo propio si a partir del Paisaje Cultural Cafetero reconocido por la Unesco, construimos una agenda común de largo plazo, que construya sinergias aprovechando el patrimonio tangible e intangible del territorio, cuyos activos pasan por las historias de colonización y arriería, y la heredad arqueológica Quimbaya, además del bahareque como arquitectura vernácula, cuya mayor expresión son los monumentales centros que engalanan poblados como Salamina, Neira y Aguadas; a lo que se suman otros lugares vecinos y atractivos como la presencia viva de comunidades de campesinos, afros e indígenas con su gastronomía, costumbres y artesanías para un turismo rural, y las opciones para una oferta cultural integrando las rutas de la expedición botánica y de los vapores por el Magdalena, o las de la región minera por el corredor del Cauca en temporadas de jolgorios y festivales.