Cuenta el gobierno con el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 (PND) “Pacto por Colombia, pacto por la equidad”, soportado en tres ejes: equidad, emprendimiento y legalidad, cuya visión promete aprovechar las potencialidades territoriales, mediante políticas y programas sensibles a la oferta natural y cultural del país. Veamos hasta dónde se pueden abordar estos desafíos, bajo el presupuesto de que una apuesta al desarrollo, pasaría por reestructurar los sectores rural, industrial y de servicios, y fortalecer la institucionalidad.
Mientras los sectores rural y manufacturero no crezcan, tampoco podrán hacerlo el comercio, ni los servicios profesionales y bancarios; de ahí la importancia de resolver la brecha de productividad e ingresos entre ciudad y campo, y entre sectores. Para el efecto, se requieren además de la transformación productiva, y de más investigación, innovación y emprendimiento, trazar políticas de ciencia y tecnología imbricadas con la cultura, para incidir en los sectores que generan plusvalía. Como referente, mientras el cultivo del café en el país, por no apostarle al valor agregado pasó de representar el 5,3% del PIB al 0,8% entre 1990 y 2017, la economía naranja o creativa que hoy representa el 3,2%, antes del 2030 podría llegar al 7% del PIB.
En el tema rural, aunque el PND promete luchar contra la pobreza con énfasis en el Pacífico y el Caribe, debería abordar la inequidad resolviendo el acceso a la tierra y a otros medios de producción fundamentales para crear las bases de un cambio estructural del campo colombiano, que reorganice la distribución de tierras y fomente el desarrollo, actuando como estrategia para resolver dicha problemática, acentuada entre otros factores por el rezago tecnológico y agravada por reformas tributarias regresivas, que profundizan la desigualdad.
Si entre 1938 y 2005, la población rural colombiana pasó del 70% al 20%, además de cerrar la brecha de productividad y prevenir la migración del campesino, también habría que modificar a fondo la estructura de la propiedad social de la tierra, ya que por ambas razones, salvo las regiones de la zona cafetera y otras vecinas al altiplano cundiboyacense donde se ha podido establecer una economía campesina robusta, desde el Magdalena medio, el Caquetá y el Putumayo hasta los Llanos y las regiones del Urabá, aún prevalecen las condiciones que han alimentado el conflicto colombiano.
En el tema industrial, aunque el PND reconoce la importancia de la industria, de la innovación y de la infraestructura, no pareciera suficiente una política arancelaria y cambiaria combinada con mayor inversión en tecnologías para el sector manufacturero que incremente el valor agregado, sin abordar la desindustrialización desde la perspectiva de la sociedad del conocimiento en el marco de la actual revolución tecnológica para dar el salto de la economía marrón a la naranja. A esto se suma la necesidad de reestructurar el actual Plan Maestro de Transporte Intermodal de Carga, al abordar la propuesta de integrar el país a los océanos e impulsar la logística como actividad transversal.
En cuanto al sector servicios, así el PND al ocuparse de ciudades y comunidades habla de territorios resilientes y sostenibles, y de ciudades y asentamientos humanos inclusivos y seguros, sus apuestas además de buscar el acceso a servicios básicos, energía, vivienda y transporte, podrían contemplar el control del mercado, el fortalecimiento del Estado y de los actores sociales, e incluir políticas y estrategias de apropiación del territorio como sujeto de derechos bioculturales, para resolver además de la fragmentación social y espacial de los medios urbanos, el deterioro ambiental.
Finalmente en lo institucional, dos asuntos para garantizar la presencia del Estado en los diferentes niveles territoriales: uno, además de la planeación intermedia con una subregionalización funcional que aproveche la LOOT 2011 y recurra a la participación ciudadana como componente estratégico, se requiere descentralizar el presupuesto; y dos, para no reducir el tema de la salud a la atención y protección, y el de la educación a la calidad y cobertura, se podrían incluir propuestas de fondo: uno, porque la grave problemática del sistema de salud, parte de un modelo construido sobre la inequidad de regímenes: el contributivo y el subsidiado, y dos porque se debería formular un nuevo modelo educativo, que desarrolle el talento humano.
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