Bajo el presupuesto de que gracias a un movimiento pacífico en favor de la universidad pública que encontró eco en la sociedad colombiana, se han logrado metas de corto plazo como el incremento de varios puntos adicionales sobre el IPC durante el actual gobierno, la rectora de la Universidad Nacional, Dolly Montoya, en foro realizado en la sede Manizales ha invitado a continuar el diálogo con el gobierno en defensa de la universidad pública, retomando las funciones administrativas y académicas para no comprometer el actual semestre a un alto costo social e institucional, como estrategia viable en la lucha por metas de mediano plazo como la reforma a la Ley 30, y de largo plazo, donde el objeto es una política de Estado que fortalezca la universidad pública colombiana en función de un desarrollo con equidad e inclusión social.
La rectora, además de señalar el carácter estratégico de la Universidad Nacional de Colombia como “proyecto cultural de la nación” gracias a un exitoso balance de 150 años o más dado que su origen se remonta al proyecto educativo de Santander, recuerda que habrá que escuchar a los estudiantes quienes desde marzo vienen planteando las problemáticas del Alma Máter, relacionados no solo con las dificultades financieras ya que el actual presupuesto solo le permite cubrir el 60% de los gastos de funcionamiento, sino también con su misión ya que pese a haber incrementado su cobertura un 124%, al tiempo que la Nacional se ha cualificado en una apuesta por el conocimiento, por falta de recursos el 36% de los aspirantes que no pasan se quedarán sin universidad.
Sabemos de la problemática colombiana surgida desde los 90 en sectores tan vulnerables como educación y salud reclamando una acción estructural, a raíz del cambio del modelo económico keynesiano que centraba el problema de la economía en la demanda, por otro inspirado en las políticas neoliberales bajo el presupuesto de que el problema económico se ubicaba en la oferta: si en las ciencias físicas y naturales son de interés las causas, en las ciencias del comportamiento, caso de la ciencia política y la sociología, y en las ciencias sociales como la economía, que al fin de cuentas es “el arte de suponer”, son de interés las consecuencias.
Para muestra un botón: la Ley 100 de 1993, mediante la cual se crea el sistema de seguridad social en salud, pese a haber sido reformada y complementada, por falta de voluntad política no ha logrado reivindicar la salud como un derecho fundamental, a partir de una reforma estructural del sistema, del mejoramiento de la vigilancia y control, con sanción para los corruptos. Similarmente, la educación pública, donde además de persistir en un modelo educativo anacrónico pensado para la sociedad industrial de ayer que no desarrolla el talento humano, y de mantener brechas de acceso e inequidad, requiere mejoras sustantivas de calidad y seguridad económica, en un ambiente social estable.
En cuanto a la Universidad Nacional, institución que ha logrado generar el 28% la producción científica colombiana, y cuya Biblioteca Digital con 58 mil ítems contabiliza 13 millones de descargas en el último año, estos datos: con 510 grupos de investigación categorizados en SCIENTI, equivalentes al 11% del total país, en 2017 logró 39 títulos de patentes vigentes y 1.254 publicaciones científicas. Además, en 2017, reportó 3.356 programas de extensión y actividades de educación continua y permanente, de ellos 1.543 en nuevo conocimiento y 1.449 en formación, y 100 con comunidades indígenas, campesinas y vulnerables de Colombia. En 2017, de 3.048 profesores, 2.918 poseían posgrado.
Finalmente, con una política de Estado que en lugar de fortalecer el mercado de la educación superior, fortalezca las universidades públicas como generadoras de conocimiento y forjadoras de cultura, podremos cerrar la brecha académica de competitividad regional que en 2018 muestra el ranking Scimago de América Latina, al calificar el nivel en que generamos ciencia: allí, donde solo 10 universidades colombianas aparecen en los 100 primeros lugares, el top 5 (con su puesto), lo conforman la Universidad Nacional de Colombia (p. 24), la Universidad de Antioquia (p. 45), la Universidad Javeriana (p. 53), la Universidad de los Andes (p. 56) y la Universidad Industrial de Santander (p. 66).
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