Que en campaña electoral todo valga, muestra el precario estado de nuestra cultura política y que pareciera ser un mal incurable. El pasado 28 de abril, el senador Uribe del partido político Centro Democrático, en sus correrías por Anserma (Caldas) la emprendió, de manera falaz y reprochable contra uno de los patrimonios más significativos de los caldenses, la Universidad de Caldas. En efecto, respecto de sus profesores dijo que “lo único que tienen los profesores es la fuerza de la calumnia”. Y no siendo suficiente con ello, continuó diciendo que “les da miedo discutir” y que a los estudiantes “no les enseñan a discutir” para terminar afirmando, que “ojalá aparecieran unos profesores objetivos”.
Usualmente procuro no opinar en esta columna sobre el señor Uribe Vélez, por una razón práctica, dado que en esta ciudad y en esta región, existe un especial aprecio y admiración por su forma de ser, y donde muchos de sus seguidores no toleran (intoleran) que se le haga algún reparo y al contrario, se desenjalman, sin argumentos, contra quienes tenemos derecho de pensar diferente. Recordemos por ejemplo, el reciente caso del abogado caleño Ariel Ortega, autodenominado “uribista” y a quien el partido Centro Democrático, al que pertenecía, lo echó por haber amenazado de muerte al caricaturista pereirano “matador” a través de la invocación del poder sanador del desaparecido jefe paramilitar, Carlos Castaño.
Si el Centro Democrático expulsó a Ortega, por usar un “lenguaje violento e intimidante” ¿no debería revisar el que suele utilizar su líder natural? claro, el hilo siempre se rompe por el lado más frágil. Este creciente “caudillismo” político en nada aporta a la unidad nacional. Ese pensar que la fortaleza está en una persona y no en las estructuras democráticas, es lo que nos ha llevado a retardar la madurez y consolidación de un proyecto político de nación, o sea, no sabemos para dónde vamos como colombianos. Problema no solo de Colombia con Uribe, sino de Nicaragua con Ortega, Venezuela con Maduro, Brasil con Lula y Bolivia con Evo. Es entendible que muchos de los políticos, entre ellos los aspirantes a la presidencia de la república, se caractericen por la “retórica” o la pretensión de persuadir al público, a pesar de la ausencia de argumentos. Sin embargo, sí preocupa que muchos de los ciudadanos que escuchaban a Uribe en la plaza de Anserma, terminaran abucheando a la Universidad de Caldas y sus profesores, por obra y gracia del “expresidente”.
Es muy grave que instituciones sólidas, con 75 años de existencia y emblemáticas para la región, sean utilizadas como medios para “persuadir” en torno a la idea política, de llevar “como sea” al candidato Duque a la Presidencia, y quien de lograrlo, ya tiene listo un rejo, para poner en cintura a la universidad pública por “desaplicada”. Que Uribe, acostumbre un lenguaje inadecuado, uno termina comprendiéndolo en razón de su actividad y su forma de ser; pero que de allí pase a decir que los profesores somos calumniadores, es lo que me lleva a escribir esta columna. La “mano firme” de sus pendencieras palabras son inertes frente a la fuerza de una ausente humildad para aceptar, su indebido trato a la Universidad y los profes. Rectificar no lo hará, no es de su ser. Si algún profesor le causó un desaire, ¿por qué no decirlo? dicen que es “pantalonudo”. Eso es como decir, que a pesar del problema de las “drogas” todos los colombianos somos traquetos. Seguramente, muchas personas han ganado con Uribe, incluso sus hijos, el problema es que la democracia no ha tenido la misma suerte. ¡Bendito sea el señor!
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