Palabras, palabras, palabras
Palabras, tan solo palabras...
Silvana Di Lorenzo
Estamos en la efervescencia de las campañas políticas. Todos prometen, juran, ofrecen, anuncian, cacarean. Al final no cumplen. Juran en vano; los ofrecimientos no eran reales, la invitación solo tenía como objetivo atrapar el voto, los anuncios eran columnas humo, cacarearon sin poner el huevo.
Promesa, según la RAE, significa: “1. expresión de la voluntad de dar a alguien o hacer por él algo; 3. augurio, indicio o señal que hace esperar algún bien; 6. ofrecimiento solemne, sin fórmula religiosa, pero equivalente al juramento, de cumplir bien los deberes de un cargo o función que va a ejercerse”. Pero es simple promesa: “1. Promesa que no se confirma con voto y juramento”.
Aquí, la promesa está bien elaborada para conseguir votos, el juramento se necesita como una fórmula que incumplirán de inmediato. El poder de la mentira para engañar ingenuos, fanáticos, analfabetas o ignorantes. De esos tenemos millones entre nuestros compatriotas.
Político es también según la RAE: “2. Perteneciente o relativo a la actividad política; 5. Dicho de una persona que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado”. o Nada es como lo dicen, una muestra de la ornamentación, con la cual emperifollan todo, de manera sofisticada, algo muy elaborado y especial, el arte nefasto de falsificar o corromper algo; la verdad quede desfigurada, convertida en mentira, que no es más que la manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente. Mentira que no es piadosa como se cree, sino que se dice y hace intencional y maliciosamente, para obtener provecho o ventaja.
¿Si la política es lo definido, entonces qué es politiquear o hacer politiquería? Es “la degeneración, la intervención en política con propósitos turbios, para ganancia personal o de grupo, aprovechándose de forma egoísta del poder o la posición publica”. Nada más alejado de la verdadera razón de ser que tiene, no otra que la de oponerse a la realización y ejecución de dicha actividad para trabajar por los intereses generales de la población. Una obra de filigrana teatral, organizada, para engañar al elector y ponerlo al servicio de una policlase corrupta y sin escrúpulos.
Pocas veces se dicen más mentiras que cuando están en campaña. Tienen que engañar al pueblo, hacerle creer cosas que no son ciertas; prometer que harán de todo para conducir el país por buen camino, con el único interés, de mejorar las condiciones de vida del pueblo que van a gobernar. Pantomimas con las que nos quieren engañar.
Hemos visto los debates de los candidatos. Les hemos oído sus propuestas, sin que cuando mienten, se sonrojen siquiera. Eso les parece cosa de poca monta, sin importancia, inevitable y necesario para poder aparentar, “hacer que hacen”, aparentando que trabajan por el interés general, cuando eso no les interesa en algo. Es el juego macondiano de hacerse al poder político, para “tener la sartén por el mango y el mango también”.
No está fácil predecir qué va a pasar, quién va a ganar estas elecciones. Solo queda claro que los más preparados son, sin duda alguna: Humberto de la Calle, hombre serio, conoce el país; persona con experiencia en el sector público, en el que ha sido limpio y honesto, a pesar de los que quieren presentarlo como amigo del terrorismo, como el político indecente, que no es. Sergio Fajardo, preparado, con experiencia en el manejo público, desde su perspectiva de matemático, una opción de civilización no común entre nosotros. Gustavo Petro, un político que en cada debate los vuelve trizas con la claridad de su discurso, la lucha contra la politiquería tradicional, levantado sobre el cimiento de la “Colombia Humana”.
El que más poder tiene para arrastrar “masas de votantes, votos comprados” es Germán Vargas Lleras, con su partido Cambio Radical, que le hacen campaña sin que importen, la ética y la decencia, cosas de chicha y nabo, para quienes quieren llegar al poder, al precio que sea. El desconocido Iván Duque, famoso por haber mentido con respecto a sus estudios y especialidades, esas que no hizo, para poder ser el nuevo títere del senador Uribe.
“Alea iacta est”. Julio César.
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