Las cargaderas pueden sostener el peso de la barriga desbordada, pero no pueden sostener el peso de la conciencia. Bueno, para poder sostener ese peso, se necesita comenzar por tener conciencia. Y cuando alguien carece de ella, no tiene cortapisas éticos, ni morales, puede hacer y deshacer en lo público, que lo que haga o deje de hacer en el ámbito de lo privado no nos interesa.
Un fulano cualquiera, que cree ser el faro moral de una nación, tiene escondido en su interior, todo un entramado turbio y enredado, difícil de deshacer. El nudo es tan grande y no se convierte desenredado en un solo hilo, porque el que tiene este personaje fue enrollado con muchas hebras sueltas, con mucho cabo roto, con mucha sofistería y engaño, esos que son tan fáciles de esconder detrás de las cortinas que cubren a los vengadores de las sectas de antaño, cuando se quemaban no solo libros, sino personas, en las hogueras de los inquisidores religiosos, que querían imponer sus creencias a hierro y fuego, la verdad más a fuego que a hierro, porque tienen una tendencia no bien explicada a la piromanía.
Entonces con una voz enredada, con hablado media lengua, porque no le debieron haber cortado el frenillo, se fue por los rincones de Colombia recogiendo firmas, ayudado por otros fanáticos religiosos y también por los de las otras sectas, que para la política sí le sirven, aunque para la moral hipócrita que diagnostica Magdalenas, en una sociedad que estigmatiza prostitutas, le deben parecer unos advenedizos negociantes de la fe.
Esos nuevos aparecidos que combinan religión y política, bomba explosiva devastadora, saben que no hay terreno más fértil para sembrar en la mente tonterías, que el de un fanático religioso, o el del desesperado que no se da cuenta que lo engañan en su fe y enriquece a sus pastores, que sin escrúpulos, se autoadjudican un permiso que dicen les dio Dios, para cobrar por cuenta de Él, lo que Él en verdad no cobraría jamás, porque la fe es un acto personal que no tiene valor en el mercado de los que de verdad la tienen, no de los que la usan para enriquecerse con la pobreza, necesidades y desesperanza de los otros.
Así, entre canticos y aleluyas, entre misas de espaldas al público, el exprocurador quiere convencer a los colombianos, que un tramposo como él, que estuvo ocupando ilegalmente una Procuraduría, en la que se hizo reelegir con artimañas que violaron la ley, por lo que declararon su elección nula desde el momento en el cual se postuló para reelegirse, nulidad “ex tunc”, que en español significa literalmente "desde siempre", para referirse a una acción que produce efectos desde el momento mismo en que el acto tuvo su origen, retrotrayendo la situación jurídica a ese estado anterior.
Pero a él eso no le importa, ni le importó. Antes de que lo destituyeran se autoadjudicó un esquema de seguridad con 16 carros blindados, 3 para cada hija y 5 para su esposa. Fuera de eso, además del personal que necesita para ellos, alrededor de su casa permanecen 14 soldados y un coronel de la Policía.
Y este corrupto sin vergüenza va de pueblo en pueblo, con sus cargaderas negras, haciendo una alegoría a la honestidad, la rectitud y el buen juicio. No tiene reparo alguno, ni asomo de una conciencia que lo frene para hablar de los defectos de los otros, incapaz de ver la viga gigante que tiene en su propio ojo.
Para que su cuento parezca creíble, él hace la payasada de decir que es el único que tiene los pantalones para enfrentar a los delincuentes, tumbar el acuerdo de paz, no repartir mermelada, ni dejar que en su supuesto gobierno alguien crea que puede enriquecerse con dineros públicos. En definitiva él tiene la idea de un sociópata, que cree que el único que se puede enriquecer en el Estado es él, que los únicos favorecidos pueden ser sus familiares, amigos y allegados, entre los que tiene muchos a los cuales tenía que investigar, pero que con su doble moral y su hipocresía, no investigó, porque los que tienen distorsionada la visión, no tienen conciencia y tienen deformada la concepción mental de honestidad.
Va entre los coleros de la competencia. Ya ha peleado con los gamonales que lo aventajan, porque lo tienen a un lado, como a un indigente político, pidiendo migajas y limosnas. Tal vez algún alma caritativa, le coma cuento y con más estupidez que caridad, le regale la promesa de un voto, que por supuesto no le va a cumplir.
Qué le vamos a hacer, ese es el riesgo que corren los pordioseros políticos. ¡Ojalá no se ahorque con las cargaderas!
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