El 3 de diciembre del presente año, en eje21.com.co, Evelio Giraldo Ospina publicó sin firma, en la sección “Política con pimienta”, lo siguiente: “Estamos locos. Han observado la cantidad de aspirantes a la Alcaldía de Manizales? ¡Qué hemorragia! Y pensar que apenas estamos en los principios de la campaña. ¡Cuántos más vendrán! Con un ítem. A las mujeres con la reforma electoral se les va a abrir el apetito. Ellas son el nuevo personaje en la liza electoral. 50% de mujeres en el Concejo, 50% en las asambleas, 50% en el parlamento. Es posible que ese fenómeno no se vea en ningún otro país del mundo. Es decir, se abrió la democracia. El pueblo con representación equilibrada en todo. Será gracioso verlas operando en los cuerpos colegiados. Agaitanadas unas, severas otras, estadistas unas pocas, todas discurseras. ¡Qué manicomio!”.
No contento con semejante alegoría a la estupidez humana, al elogio del “macho” al servicio del periodismo, continuó: “Las mujeres, al agua”: “Se da por seguro que las listas para cuerpos colegiados a partir de las próximas elecciones tendrán el 50% de mujeres. Nos preguntamos: están preparadas para el cupo que se les va a dar en Concejos, Asambleas y Parlamento? Listas para competir en plazas públicas con los hombres? Madrugarán, trasnocharán, tomarán guarapo, visitarán veredas, recorrerán a pie muchos caminos? La política se hace a zarpazos, metiendo zancadillas, abrazando campesinos, apadrinando matrimonios y acompañado cadáveres a los cementerios. Estarán preparadas para celebrar esas misas las muy queridas mujeres?”.
Ya lo quitaron, no aparece. Pero lo escrito, escrito está. ¡Macho majadero! Comencemos por recordarle, por si se le olvidó o no lo sabe, que gracias a una mujer, su madre, que lo llevó en el vientre durante nueve lunas y lo tuvo en su útero que para su fortuna, fue nido y no tumba, pudo venir a este mundo alguien que no era más que un espermatozoide desenfrenado, buscando a las carreras a un óvulo, para poder germinarlo. Y pasó de óvulo fecundado a cigoto, de allí a 2 blastómeros, a mórula, a blástula, a gástrula, para terminar convertido en feto. Gracias a una mujer, una heroína, ese periodista existe.
Imagino, no lo sé, tenga o tuvo una esposa y probablemente unas hijas, hermanas, sobrinas, tías, abuelas. Todas mujeres, para que lo recuerde por siempre, gran pendejo. Porque usted con todo el poder que tenga, con todo lo que pueda escribir, burlarse y chicanear, nunca será capaz de dar a luz un hijo.
Ojalá fuera mayor el número de mujeres que el de hombres en la política, con seguridad sería menos corrupta, más transparente, mucho más civilizada, menos vendida, más clara, menos sucia, menos opaca, más limpia. Eso sin dejar de reconocer que hay excepciones que confirman la regla, de mujeres que son peores o iguales que los hombres en el ejercicio de la política. Pero en general serían mucho mejores, no hay duda. Porque la dignidad de las mujeres casi nunca tiene precio, es difícil de comprarse o venderse como baratija, sin contar con que por su sexto sentido, ellas pueden intuir, prever, saber de antemano, anticiparse, adelantarse. El ejercicio que han hecho la mayoría de las que han ocupado cargos públicos o privados, ha demostrado que son más proactivas que los hombres, más trabajadoras, luchadoras, capaces e incansables.
Y para serlo no tienen que llenarse de guarapo, poner zancadillas, dar zarpazos. La inteligencia de las mujeres es mucho más práctica, menos enredada, más pragmática. No necesitan gritos, ni ademanes, no se tranzan a puñetazos, ni escupen cuando hablan.
Cuánta falta nos hace en este país, tener más Policarpas Salavarrietas, más Manuelitas Sáenz; o haber tenido entre nosotros a más Simones de Beauvoir, más Ángelas Merkel, más Micheles Bachelet, más Theresas May, más Tsas Ing-wen, más Federicas Mogherini.
Pero no solo tiene este “macho” el privilegio de haber sido parido por una mujer que imagino buena, sino que está condenado a volver a ella, cuando en el postrer momento, el que nos llega a todos, la madre tierra lo vuelva a recibir en su vientre.
“Puede que sea el gallo el que canta, pero es la gallina la que pone los huevos”. Margaret Thatcher
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