"Si votar cambiara algo, lo harían ilegal", Emma Goldman.

Se acercan las elecciones. Escogeremos entre todos la fórmula presidente-vicepresidente, que supuestamente mejor nos represente. Pero no es verdad. Saldrá electo el que más dinero haya movido en ese proceso de compra-venta de votos, en que para nuestra desgracia institucional, los políticos y sus partidos, hoy, con más siglas que seguidores, puedan manipular al elector.

Sí, estamos en “corraleja”, un festín de políticos sin casta, sueltos en manada, rodeados de espontáneos que como bufones osados, los citan y les hacen el quite, corriendo a diestra y siniestra para no ser envestidos por esa aplanadora multipartidista, que trata de engarzarlos, clavarles sus pitones, para dejarlos sin voz, después de que le arrebataron el voto.

Los “toreros”, han sido expertos en el arte sofisticado, pero embustero, de citar a los “terneros”, votantes, para que vayan a ellos, los embistan y darles la estocada, de la cual los últimos, se arrepentirán después de meter el dedo y con eso las patas.

El espectáculo circense será aparentemente una fiesta de mayorías libres, pero la verdad, no pasará de ser una alegoría al carnaval del engaño. Promesas que no se cumplirán. Juramentos que serán quebrados en la primera oportunidad, para demostrarnos, que la política sigue siendo el “cáncer” que ha hecho metástasis en Colombia, para llevar a posiciones privilegiadas, pagadas con nuestros impuestos, a lo peor que tenemos en nuestra sociedad.

Pero bueno, qué le vamos a hacer. La democracia tiene esos riesgos inherentes y no hay nada que demuestre disposición para cambiar los vicios políticos por acciones decentes y transparentes, que tengan como prioridad servir y no ser servidos. Creemos que esto va a cambiar pronto, pero nos engañamos. Todos los días es peor. La ética rebajada a bagatela desechable. El honor convertido en cualidad inútil que puede conseguirse mancillado en cualquier basurero.

Tenemos candidatos desde el blanco hasta el negro, con todos los matices de grises. Pocos hay entre ellos que no estén cuestionados, que no tengan un pasado turbio, repleto de preguntas sin respuestas, de enriquecimientos inexplicables, de acciones dudosas, de trampas. Es que la política, arte noble, en manos de gente innoble, es una verdadera calamidad. La causa de todos nuestros males. El origen de todas nuestras desgracias.

Pero como entre esa multitud de candidatos, tenemos que escoger alguno, esperemos que se escoja el menos peor, el menos deshonesto, el menos inescrupuloso, el menos cuestionado. En fin de cuentas el que quede electo, va a hacer de las suyas, sin que le importen las nuestras.

De manera, compatriota, que prepárese para el bazar, hágase el que lo disfruta, espere los resultados y siéntese a llorar. Nada podrá cambiar mientras no eduquemos a la gente, mientras las hordas de electores, tengan más intereses que principios. En fin de cuentas ese será el tamal más costoso que usted se comerá en la vida.

Mientras tanto, cuídese, para que el que resulte corneado no sea usted. La única manera en que podrá evitarlo es si usted permanece en las graderías, si no salta a la arena, para arriesgarse a ser envestido.

Otros ya lo habían dicho:

"La diferencia entre una democracia y una dictadura es que en una democracia votas primero y luego recibes órdenes, en una dictadura no tienes que gastar tu tiempo votando". Charles Bukowski.

"!Que no vengan a alabarnos el mérito de Egipto y de los tiranos tártaros! Estos aficionados antiguos no eran sino unos maletas petulantes en el supremo arte de hacer rendir al animal vertical su mayor esfuerzo en el currelo. No sabían, aquellos primitivos, llamar "señor" al esclavo, ni hacerle votar de vez en cuando, ni pagarle el jornal, ni, sobre todo, llevarlo a la guerra para liberarlo de sus pasiones", Lois Ferdinand Celine.

"Aquellos que votan no deciden nada, aquellos que cuentan los votos deciden todo", Joseph Stalin.