El corrupto
Corrupto, cara dura y chamullento.
La guita es tu único interés.
Pitutos, influencias y presiones que transformas en millones,
sin poderte contener…
La firme, nunca nadie la sabrá,
la plata jamás nadie la verá.
Tranquilo, no te pongas tan inquieto…
Milonga (Luis Torres Rojas)
Hablamos de la corrupción y de los corruptos. Nunca terminamos. Cada día nos trae un episodio más, una bien orquestada y metamorfoseada forma de corromper un acto humano, de hacerse corrupto como si nada. Es que la corrupción suele acompañarse de impunidad y de cinismo.
La impunidad es la forma en la que decimos que todo es permitido a los que nos rodean y a los que nos sucedan.
El cinismo es la falta de vergüenza con que se dice, el alarde que se hace con lo que se hace, el reto no declarado con el que se desafía toda una sociedad que permanece inerme, como si no estuviera pasando nada, cuando todo está pasando en sus narices. Es como si no los afectara, aunque evidentemente los afecte directa o indirectamente. Cambalache, como una oda a nuestra cotidianidad: “Nada es peor, Todo es igual…”.
Los periódicos nos atiborran de noticias de corrupción y corruptelas a diario. La justicia tiene paso de tortuga, los términos se vencen, los corruptos ríen. La impunidad es una damisela, que con sofisticado arte, desfila con aparente pero falso señorío. Es como si estuviésemos condenados al imperio de los unos y al cinismo de la otra.
Un terrorista hace explotar un artefacto en el baño de un centro comercial, El Andino. Hay muertos y heridos. Seres humanos que nada tienen que ver con conflictos, tienen familias, dejan hijos, esposos, madres y amigos de luto. Arrebatando la vida a seres humanos, impunemente, sin vergüenza, sin piedad, sin dolor. Actos de animales sin alma.
Según informes que se han presentado, en Colombia la corrupción le cuesta al país más de 50 billones de pesos al año (El Tiempo, 1 de mayo 2017). Y eso, año tras año, sin que hagamos nada. Basta decir que los desvíos de dinero que se dieron en Agro Ingreso Seguro se calculan en cerca de 13 mil millones de pesos, invirtiendo los recursos para Ciencia y Tecnología en el sector agropecuario, para la financiación publicitaria del programa, con menoscabo de la inversión social. Se apropiaron 25 mil millones de pesos entre un poco más de 4 familias, con subsidios que se suponía eran para campesinos medianos. Pero a los Dávila, que tienen mucho de “vivos”, poco de honestos y nada de campesinos, eso les importa un bledo, porque en Colombia defraudar, engañar, estafar o robar al Estado (plata de los contribuyentes), no tiene importancia alguna.
Los Nule con su carrusel de la contratación desaparecieron como por arte de magia: 156 mil millones de pesos, eso solo hablando de la construcción de la calle 26, sin contar con el valor del retraso de las obras de Transmilenio. Pero no contentos con eso, nos tuvimos que quedar callados, como espectadores inanes ante el descalabro de Interbolsa con el desvío de 248 mil millones de pesos para uso personal de los directivos de la empresa, dejando una deuda pendiente de 350 mil millones de pesos, quebrando mucha gente, sin que se vean resultados reales de recuperación de esos dineros.
Ni qué decir del descalabro de Saludcoop y la impunidad que hasta ahora ha tenido como artífice a Carlos Palacino, quien está probado recibió bonificaciones por 3.541 millones, con 1,7 billones embolatados, que solo él, María Lemus y Alberto Castro deben saber dónde están.
Sumémosle a este desgreño administrativo el caso de Reficar, con un desfalco cercano a 1,5 billones de pesos. Las irregularidades, defraudación del Estado y no realización de los Juegos Nacionales en Tolima con sus multimillonarios desvíos de dinero.
Según la Andi, la mayor incidencia de insinuaciones, favorecimientos o entrega de dinero son: Aduanas, Alcaldías municipales, Autoridad Nacional de Licencia Ambiental (ANLA), Corporaciones Autónomas Regionales (CAR), INVIMA, Secretarías de Hacienda Departamentales, Instituto Colombiano Agropecuario (ICA). Demuestran que los sectores más afectados por la corrupción son de lejos: Salud, Aduanas e Impuestos. (Revista Dinero, enero 23 del 2017).
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