En el artículo 48 de la CN, sobre el derecho a la salud, dice: “La seguridad social es un servicio público de carácter obligatorio que se prestará bajo la dirección, coordinación y control del Estado…”.
Desafortunadamente se convirtió, por decisiones políticas y con ellas, por el manejo de los “comerciantes” del dolor y la enfermedad, en una obligación secundaria, que solo sirve para enriquecer a inescrupulosos y ladrones, muchos de ellos de bata blanca, pero además, para no atender o mal servir a los colombianos que la necesitan en sus quebrantos de salud.
No solo es ley no cumplida, sino que con la Ley 100 y la creación de las EPS se convirtió en un negocio perverso, poco saludable, lleno de deshonestos y amorales.
La burla de Palacinos, convertido en poderoso defraudador de la salud, en Saludcoop y Cafesalud, es una mofa para todos los colombianos. Él se ríe con sus secuaces, nosotros no. Pero además, no vemos que hagan algo efectivo para recuperar los dineros malversados o robados de los pacientes. Con sus inversiones fuera y dentro del país en cosas distintas a la salud, lo que es taxativamente prohibido por la ley, se hizo a una gran fortuna, causando un colapso de las instituciones en las cuales jugaba monopolio, para su propio lucro y el de sus amigos, lucro indecente que no invertido en salud, causó muchos males al sistema y a la gente.
¿Cuántos pacientes murieron por su culpa? ¿Cuántos no tuvieron atención oportuna por la perversión de un sistema que permitió contra todo lo establecido, que fuera una organización vertical, en la que el que recauda, presta el servicio, lo que evidentemente va en contra de los pacientes. Una verdadera calamidad en la que los que pagan los platos rotos no son otros que ellos mismos.
Palacinos es un tipejo sin tripas, un negociante sin escrúpulos, un deshonesto sin vergüenza alguna. Sus inversiones en los llanos en fincas de recreo, canchas de golf; su apoyo financiero a políticos, lo convierten en el DMG de la salud.
Ahora Medimás, que compró lo que quedaba de las EPS defraudadas por Palacinos, tiene en sus manos un gran problema, el de la credibilidad, el de la reconstrucción de un rompecabezas al que le faltan piezas. Las quejas se vienen en avalancha como bola de nieve, que muestra las deficiencias de la atención y la poca importancia que tiene la gente en el sector salud en entidades, en mala hora, entregada a particulares que han convertido la salud en un negocio muy rentable para los intermediarios y los captadores de recursos.
Es que el Estado tiene unos burócratas y políticos que piensan que el sector privado maneja mejor los recursos públicos. Esa es una verdad, pero a medias, porque gran parte de la corrupción del sector público la debemos al amancebamiento del Estado con particulares, convirtiéndolo en un poderoso barril lleno de recursos que malversados, solo producen daños a la gente que paga las afiliaciones y que después no recibe la atención en momento adecuado, de forma adecuada, con esperas larguísimas para consulta o cirugía, cuando no alejados de la posibilidad de recibir atención por falta de recursos que fueron desviados para fines distintos a los que estaban destinados.
Dijeron que Medimás compraba Saludcoop y Cafesalud y le inyectaría recursos suficientes para ponerse al día en las obligaciones que dejó Palacinos, cuentas pendientes sin que pasara nada porque no se cumplían.
Medimás ha comenzado de manera muy regular, de seguir como va, será acorralada por las demandas de la gente que ya no tiene paciencia, para esperar a que les cumplan un derecho, que fue convertido en un favor por cuenta de personajes de tan baja estofa como el cínico negociante.
Medimás no puede convertirse en Medimenos. Hacerlo sería dar el paso al vacío, que afortunadamente nos pondría en el camino de acabar con las EPS como recaudadoras y prestadoras del servicio, de manera que la salud, obligación constitucional, no sea un negocio en el que se lucran delincuentes de cuello blanco, a costa de los daños irreparables que se producen en la salud de los afiliados, por la ineficiencia del servicio ofertado, evidentemente distinto al realizado.
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