“La ignorancia no discierne, busca un tribuno y toma un tirano. La miseria no delibera, se vende. Alejar el sufragio de manos de la ignorancia y de la indigencia es asegurar la pureza y acierto de su ejercicio. Algunos dirán que es antidemocrático pero la democracia, tal como ha sido ejercida hasta ahora nos ha llevado a este triste destino.”
Juan Bautista Alberdi
Llegó al fin la fecha esperada. Ha sido tanta la virulencia mediática de esta campaña, que casi todos los candidatos parecen haber sido promocionados por el gran tramposo J.J. Rendón, un maestro del mal, que domina la poco decente artimaña, si a esa porquería se le puede llamar así, de confundir a la gente con mentiras y engaños, propaganda negra, para asustar ciudadanos débiles.
Estamos a 3 días de las elecciones en primera vuelta. Todo parece indicar que habrá segunda y que tendremos que prepararnos para otras semanas de ejercicio de lo que se ha convertido, en una de las peores de todas las actividades humanas. Los procesos electorales que deberían ser la demostración de la madurez cultural que ha adquirido un país, son en Colombia un ejercicio de traiciones, mentiras, pestilencias, deshonestidad, malas costumbres, indecencia y falta de vergüenza.
Pero eso es lo que tenemos. No hay forma de cambiarlo por arte de magia. Se necesita un cambio de costumbre y de concepto que signifique progreso y demuestre el valor de la democracia no violada, no manoseada, no usurpada, para el beneficio de unos pocos que se consideran “Los elegidos”, los dueños del poder, los herederos de todos los derechos y prebendas. A esos que han convertido a Colombia en más de 200 años, en una cloaca de podredumbre politiquera, mal llamada política, debemos buena parte de nuestro desafortunado destino, de nuestra desgracia institucional.
Los candidatos son de todos los matices. Con excepción de dos, ellos representan lo mismo de siempre. Tienen a su servicio todo el poder el aparato estatal, la indecencia de los entes de registro, la falta de vergüenza de muchos funcionarios públicos, que estando inhabilitados para participar en política, lo hacen, sin el menor asomo de vergüenza, seguros como están, de que en esta Colombia no les pasa nada. Están acostumbrados a manipular el poder a su gusto, manipulan al elector como un artículo desechable, que solo necesitan ahora en elecciones, desechable después, como el papel higiénico, y por las mismas razones, porque se “limpiaron” con él.
Las próximas elecciones demostrarán el poder de la prensa prepago, la televisión indecente que tenemos, que manipula conceptos y cifras, que aflorara los defectos, pajas en el ojo de unos, pero esconde las vigas que se incrustan en los que a ellos les sirven. Hoy lo hacen sin pudor. No tienen vergüenza, no disimulan. Estamos ante la politización de los medios, comprometidos con los candidatos que les garanticen continuidad en la ejecución de sus programas de basura informativa, con la que deforman la realidad y presentan el cotidiano como no es, para favorecer a los propietarios de sus medios, de quienes dependen económicamente.
Salga a votar, haga uso de su deber y de su derecho Constitucional a elegir. No se deje manipular; si tratan de hacerlo, no lo permita; sea decidido y participe, es su futuro, no el de ellos. Está en juego la democracia, la dignidad, el derecho a una vida decente, la oportunidad de disminuir la brecha, comenzando a acabar con la pobreza, porque no hay peor desgracia para una nación, que la de estar sometida por unas élites, a las que su vida y su día a día, no les importan.
Asegúrese de que su voto quede bien marcado, que no lo puedan manipular, eliminar o cambiar las “mafias” que se apoderaron de los escrutinios y el manejo de los votos. Que su voto sea voto, no sufragio, condenándolo a una vida de miseria, de falta de oportunidades, de desigualdad. Dele al registrador una lección de decencia y transparencia, de las que él carece. Que no salga con cuentos para explicar lo inexplicable.
La hora de la verdad ha llegado. Que la verdad sea transparente y limpia, no acomodada con trampas, para que se cumpla la voluntad de los “dueños del poder”. Aproveche y demuéstrele a los medios corruptos, a los periodistas sin dignidad y con precio, que usted como ciudadano es el que manda, que nadie le va a quitar ese derecho.
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