El plato está servido: un policía honesto que no aguanta tanta corrupción y entonces se retira, aunque no sabe si indefinidamente. Ahora hace labores de detective. Lo remplazó en su cargo otro policía al que no le tiene tanta confianza, pero se necesitan mutuamente. Una mujer fatal, Diana, que siempre anduvo por la línea del crimen, pero que sigue siendo su dolor de cabeza. O mejor aun, su dolor en el corazón.
Toda una novela negra. Daniel Teobaldi es un profesor argentino multifacético en su escritura, según leo en su hoja de vida, y con una predilección por este género subvalorado por tantos, pero tan entretenido para muchos como yo.
La sombra del adiós se desarrolla en Córdoba (Argentina), en donde se presenta una serie de crímenes que se van dando alrededor de un personaje oscuro, pero cubierto por el manto del poder. En medio de esos hechos, el suspicaz detective Dante Serbier va encontrando las piezas del rompecabezas que quedan esparcidas en el camino, como migajas de pan, tal como lo propone la literatura negra.
Poco a poco se va desnudando este personaje solitario, que prestó con sobrados méritos sus servicios a la policía local. Un protagonista que se ríe del estereotipo del detective clásico. No acepta un whisky cuando trabaja, seguro resabios que le quedaron de su función policial. Pero acepta contratos de extraños solo por el gusto de encontrar a dónde lo lleva.
Se cuestiona. ¿Ahora es un detective o tan solo un informante más como los que él tuvo en su época como policía? Son pequeños debates internos para este hombre que seguro va a descubrir muchos crímenes más en el norte de Argentina.
Tengo que decir que en un par de episodios la novela se dejó ver las costuras, pero puede también ser por la obsesión que tengo en estos libros por anticiparme al criminal y poder acertar, cosa que no siempre logro. Eso no me quitó el gusto por el final.
Si viaja al sur, cómprense este buen libro o encárguelo. Valdrá la pena conocer otros títulos de este autor.
En frases
* Suponían que iba a pedir un whisky, dejándose llevar por el imaginario de los investigadores privados, de esos que se pasan tomando bebidas alcohólicas, páginas enteras de novelas o largos minutos de películas policiales.
* No era otra cosa que el señuelo de varios empresarios ilegales, que realizaban negocios ilegales y por los que Diana cobraba importantes sumas ilegales.
* Cometer un crimen acaso sea una de las formas más sencillas y bellas de expresar la libertad.
* A los hombres les gusta pelear por lo que desean, y cuando se lo hacés saber, los verdaderos hombres aceptan el desafío. Y lográs mucho, pero mucho más.
* Su cuerpo era un campo vasto, amplísimo, en el que se podía permanecer indefinidamente.
* En lo oculto de una ciudad, que sesgaba todo lo que pudiera ser un obstáculo para su propia historia.
* La experiencia. Todo lo que somos se lo debemos a ella.
* Sabía que de Diana solamente habría de quedarme el aroma de su perfume. El aroma de su piel. Acaso con eso me bastaba.
* Una ambición que deja una sombra, como la capa de Napoleón en la batalla de Waterloo, y a su paso queda la sombra del adiós.
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