Dejémoslo claro de una vez. No se trata de que Carrie y sus amigas, protagonistas de la exitosa serie Sex and the City, se trasladaron a chismear de Manhatan a Madrid. Ellas se quedaron en su isla, pero las historias en Mujeres que compran flores bien daría para grabar varios capítulos en la capital española.
En un viejo y céntrico barrio bohemio, cuna de artistas y escritores, se buscan los restos de dos glorias de España, Cervantes y Lope de Vega. Allí también, una venta de flores y vivero, un oasis en la ajetreada ciudad, por las plantas y por la propietaria, una mujer que tiene el don de orientar a otras en las necesidades que se niegan.
Claro, si fuera solo chisme de lo que se trataran estas historias se agotarían fácil y rápidamente. En medio de que una le cuente a las otras sus cuitas se descubren complejas tramas, relaciones imposibles, enfermizas, coincidentes, que requieren de una dosis de estremecimiento para que se tomen decisiones valientes: aupadas por las otras.
Al barrio llega una mujer triste, golpeada por la ausencia de ese que fue su compañero de viaje 20 años. Una mujer que va descubriendo que su vida siempre estuvo en función de otro. Creyó haberlo tenido todo, pero el mundo se le derrumbó con la partida del que creyó cómplice. Él era su todo. Descubrirse sola, en función de sí misma, le cuesta, pero no es a la única. Algunas personas viven sin enterarse de que ese que duerme a su lado se cree indispensable en sus vidas y se quedan tan tranquilas. Ellos no temen perderlas, porque construyeron una relación en la que hacen que ellas sientan que los necesitan, y esto en ocasiones es sutil. Una manipulación imperceptible.
La escritora se torna trascendental y divertida, y esto equilibra una novela que a ratos parece demasiado predecible para mi gusto, pero muy bien escrita, un valor en los tiempos que corren. Resulta interesante que se atreve con un cameo. Cuando se cree que la protagonista es ella, aparece de la nada Vanessa Montfort, la autora, como personaje, como aparecen otras plumas y artistas a las que ella admira. Un toque que buscan muchos escritores de darle verosimilitud al relato, como si esto dependiera de que se escriba de personas que la gente sabe que existen, de carne y hueso.
En el camino, esos románticos que todavía regalamos flores, podemos encontrar mucho qué aprender. Los mensajes que entregan unas u otras, qué significado tiene para cada uno la que escoge. Estas mujeres no solo tienen la fortuna de encontrarse con una suerte de pitonisa que les ayuda a hacer catarsis de sus dudas y de sus miedos, encuentran un tesoro mayor, amigas. Mujeres capaces de desnudar su alma frente a las otras y buscar en ellas el reproche que necesitan o el aliento. Cuando hablan a las otras y las juzgan, saben que en parte se juzgan a sí mismas.
Una novela para disfrutar. Si se anima, tal vez lo ponga también a pensar si una de esas vidas se está pareciendo a la suya. Tal vez necesite entrar a ese oasis que invita: "No dejes de soñar".
En frases
* Como todas las damas era de edad indefinida.
* Qué extraño es también el amor. Y, desde luego, qué poco científico.
* Entré de puntillas como si temiera despertar el dolor con mis tacones.
* El mayor de los trofeos para los especímenes de macho alfa: la mujer exitosa a la que hay que conseguir pero con la que no compartirás jamás su vida, por miedo a esa temible arma que guardaba en el bolso: su independencia.
* La melancolía es ese dolor del que no sabemos escapar los adultos.
* Qué curiosas criaturas eran los hombres. Tan hermosamente predecibles.
* Querida, eres todo corazón. Toda una ONG de hombres cegados por el amor.
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