Octavio Escobar Giraldo es de esos escritores que, parapetados en un conocimiento profundo de las técnicas narrativas y en un exquisito aprovechamiento de los secretos del buen escribir, logran hacer que historias muy diferentes unas de otras funcionen. Por eso nunca decepcionan, porque el lector que entra a sus obras con apetito se encuentran siempre algo por lo qué seguir hasta el final.
Muchas veces el escritor manizaleño ha sostenido que la técnica que usa para escribir es la misma para leer y es que no se permite aburrir, porque él se aburre con facilidad. Esa es tal vez la fórmula por la cual las personas no abandonan fácil ninguna de sus obras, así no fueran lo que se esperaban.
Sobre Mar de leva, su más reciente novela, la primera publicada después de la premiada Después y antes de Dios, alguien me dijo que se trataba de una obra en la que no pasaba nada. Sin embargo, la leyó hasta el final a la espera de que pasara.
- ¿No pasa nada?- respondí, asombrado.
Ante mi pregunta, mi interlocutor reconoció que efectivamente pasan cosas, pero que parece como un mundo de gente bien que habla de trivialidades. Eso es para mí el mérito. Aquí hay un claro homenaje a un héroe del autor, Joseph Conrad. Por eso la novela se desarrolla sin decirlo en Sulaco, la ciudad que se independizó de Costaguana. Siempre se ha dicho que Conrad se inspiró en la separación de Panamá para contar su historia de un país suramericano.
Esa ciudad es la que ahora describe Escobar, pero ciento y pico años después. Sí creo que en la novela pasa mucho, no solo en las escenas explícitas, demasiado algunas, sino en las entretelas, en los personajes que no hablan, que no actúan, pero que están presentes todo el tiempo: Alejandro, el esposo, el padre, secuestrado cuatro años antes. Los papás del secuestrado, preocupados por mantener la castidad de su nuera; el mejor amigo del quinceañero, pendiente de superar a punta de mensajes de celular el número de lugares para masturbarse; la pareja de Elena, la anfitriona, en Sulaco de los viajeros que buscan un espacio para descansar de tanta zozobra, de tanta ausencia.
Cómo no va a pasar nada en las vida de un adolescente de hormonas alborotadas que extraña a su novia con la que practican entre tanto sexting, en la de su mamá, la médica que aprovecha este viaje para liberarse de las miradas acusatorias de su familia política, y pasa en la de la anfitriona, una lesbiana, antigua compañera de las clases de medicina, muy liberal, y que busca darle gusto a su amiga, y a su quinceañero hijo.
Leí en una entrevista, que Escobar respondió que esta novela está muy lejos de su natal Manizales. No estoy tan seguro. Los suegros y la mamá de Mariana son claramente manizaleñas, incluso ella, enfrascada en su mundo de club social, tan alejada de la realidad, tan pacata en su ciudad, pero tan liberal en otro lugar.
Seguramente un lector que llegó a la obra de Octavio Escobar por su éxito anterior puede sentir que está leyendo a otro autor, pero la gracia de leer varias obras de un mismo escritor es precisamente aprender con él cómo crea sus mundos. Leánlo y hablamos de libros.
Presentación
Mar de leva será presentado el próximo jueves en la Secretaría de Cultura de Caldas a las 7:00 de la tarde. Asista para que le firme la obra el escritor. Estará a cargo del también escritor Orlando Mejía Rivera. Los dos en el escenario han conformado una pareja muy entretenida.
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