Hay circunstancias que pueden cambiar el rumbo de nuestras vidas en cualquier momento. O, peor, su recuerdo permanente puede pasarnos cuenta de cobro cuando las creemos superadas. De eso tratan estas dos novelas: La expansión del universo, del uruguayo Ramiro Sanchiz, y Sábado, domingo, del español Ray Loriga.

Tratan precisamente sobre ese tipo de cosas que se nos pegan al alma y para las que no existe antídoto. Su contra podría ser el olvido, pero ya sabemos que la memoria no es precisamente un archivo en nuestro cerebro, sino, que caprichosamente y sin que podamos hacer nada, deja pasar los recuerdos o nos losrefriega en la cara para siempre.

El uruguayo Sanchiz nos trae la historia de un hombre que iba a ser un físico y tenía una carrera importante en la universidad estadounidense en la que trabajaba, pero parece que la marca de un recuerdo y ciertas circunstancias de estrés le acarrean ataques de pánico que lo llevan a cambiar toda su vida. Ahora es un divulgador científico en busca de respuestas que pueden ser tan solo justificaciones. Sigue sin entender qué fue lo tan grave en su infancia. Qué desencadenó ese muerto que se topó cuando montaba en su bicicleta. Su familia, su refugio, todo cambió.

Así mismo, el español Loriga con una prosa moderna nos va llevando por la vida de un hombre temeroso, de esos que siempre andan al lado de otro, que pocas veces son capaces de asumir las responsabilidades que le corresponden. Que no se hacen cargo. De adolescente, este protagonista sufre narcolepsia, una enfermedad que le hace caer en cualquier lugar y dormir horas. En la duermevela un recuerdo: cuando creía que iba a pasar una gran noche con su mejor amigo, al llevar a una mesera venezolana a casa, se queda al margen de las caricias, y llega el sopor. Solo el ruido de un disparo lo sobresalta y ahí el recuerdo: su compañero con el pie envuelto en una toalla llena de sangre. Y nada más. No supo qué pasó hasta el domingo, que no es al día siguiente si no muchos años después.

¿Qué puede provocar un recuerdo? O tal vez no sea el recuerdo, puede ser la falta de certeza, el no saber qué fue lo que sucedió. En ambos casos se trata de hechos violentos que nos trastocan la vida y nos dejan pensando el resto de la existencia qué pudo ser diferente.

La prosa de Loriga mucho más potente, en donde las inquietudes de un adolescente se transforman en preguntas existenciales, como nos sucede a todos. En la de Sanchiz, las explicaciones sobre cómo el universo se puede expandir hacia adentro, sin ir más allá de los límites, o cómo crecen los monstruos de los conflictos pendientes, que no resolvemos cuando debimos impulsan el relato, y en el fondo los fantasmas fracturantes de una sociedad que vivió la bota militar y su no total recuperación en la transición a la democracia. Por eso la búsqueda de hallar respuestas, pero parece que nos pasan de frente y solo buscamos justificaciones.

Dos novelas sobre esas enfermedades que callamos porque creemos que nos van a mirar mal, sobre cómo nos cambian la vida o aprendemos lentamente a convivir con ellas, pero siempre atados al miedo de que se pueda repetir el episodio de narcolepsia o el ataque de pánico.

Frases de La expansión del universo

* Está claro que la hipocresía es el alma de esa morales pequeñoburguesas.

* Así fue que le quedó la literatura como única opción viable. Pero fracasó también: por no publicar libros.

* Yo no quiero contar ahora otro cuento, pero quizá no haya otra cosa que hacer.

Frases de Sábado, domingo

* Las chicas de nuestra edad suelen acostarse con el tío que peor las trata, aunque luego digan que lo odian.

* Quien renuncia a todas las causas, siempre puede renunciar a una más.

* Todo el mundo tiene un recuerdo oscuro, una medusa tenebrosa que, en perfecta simetría, mancha el futuro de su existencia.