No hay duda de que Octavio Hernández Jiménez se consolida como el cronista de la caldensidad. Sus investigaciones de nuestra gastronomía, de la lengua y de los mitos y leyendas han enriquecido el conocimiento de la identidad que ha forjado el departamento de las herencias antioqueña, caucana, indígena, tolimense y hasta chocoana.
Si los mexicanos encontraron en Carlos Monsiváis el filósofo de su realidad, el verdadero intérprete de sus fenómenos, los caldenses podemos dejar en manos de Hernández esa misma responsabilidad. No se trata de un simple compilador de historias, sino de un analista de las cosas, de un estudioso que va al origen y les da forma, consistencia, carácter.
Los ídolos del hogar - El mito y la leyenda en Caldas es un libro al que le sacará gusto todo aquel que disfrute de estos temas o que quiera conocer más de dónde vienen nuestros espantos. El texto se lee como si se estuviera escuchando la historia contada por una abuela. Fluye, divierte, sorprende.
Leyendo sus páginas me acordé del tío abuelo Ramón, que se sentaba en la sala de la casa en Pensilvania a responder las inquietudes de los niños sobre cómo era que lo perseguían las brujas y cómo no era capaz de despertarse, cuando estas lo sacaban a dormir al patio, entre otros cuentos, que luego hacían imposible la idea de conciliar el sueño.
Como si fuera poco, el libro no solo ahonda en las diferencias que toma un mito de un pueblo a otro, sino que también se mete a encontrar ejemplos de leyendas modernas y en explicar por qué lo que se ha popularizado como una cosa es otra. Octavio Hernández sigue siendo el profesor que llenaba auditorios porque sabía encantar entregando su conocimiento, pero ahora lo hace aun más sosegado desde la escritura. No con la soberbia que tanto daño les hace a muchos sabios, sino desde la tranquilidad de saberse conocedor de temas, pero no poseedor de la verdad revelada. Es el entendedor de las verdades de otros. Por obvias razones, hay una carga hacia los mitos y leyendas del occidente de Caldas, principalmente de San José, su terruño, pero siempre con un diálogo con las historias de otras geografías.
Las ilustraciones de Alcides Arenas, "el pintor ingenuo de San José", que acompañan los textos nos trasladan a los cuadros que veíamos en algunos corredores de casas del campo o en los buses escaleras, en los que se plasma el imaginario de un país rural.
Algunas frases que subrayé:
* "Cuando un pueblo forja un mito da su versión del mundo desde su punto de vista y su tiempo".
* "Lo que la gente llama magia es la ciencia del futuro que aún se desconoce".
* "Hay mortales con más miedo a morir que a estar muertos".
* "En vez de CAR, guardianes oficiales y policías, se requerirían muchas madremontes, en la misión idealista de salvaguardar la naturaleza".
* "El patrimonio cultural de los pueblos ha sido atropellado por la ignorancia y la sensibilidad de personas forasteras y la desidia y falta de identidad de los paisanos".
* "Los niños y adolescentes del siglo XXI desprecian al Mohán, la Patasola y la Madremonte, pero se deslumbran con videos y películas que muestran las aventuras y los arreos de nuevos héroes y villanos".
* "La sociedad de masas vende mitos consumistas como las estrellas del deporte, de la farándula, del cine y la televisión quien exhiben lujuriosos cuerpos, en carteles virtuales o de vitrina o en cristal Kyber".
* "Los mitos y las leyendas son las mayores farsas de los pueblos".
* "El libro es el fantasma amoroso de la memoria cultural".
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