Después de La medicina arcaica llega ahora La medicina antigua - De Homero a la peste negra, del escritor y médico Orlando Mejía Rivera. Es la segunda parte de una profunda mirada a la historia de la medicina, que tiene planeado llevar a cuatro tomos hasta la nanomedicina y que ha sido de muy buen recibo en el mundo académico.

Orlando Mejía es ya una realidad como historiador riguroso. Pocos como él beben en las fuentes nutricias que conducen a seguir la pista de los documentos, a estudiar con mirada crítica lo que dijeron sus antecesores y a atreverse a controvertir a otros que durante siglos han mantenido una interpretación monolítica sobre algo. Esto es lo que le da valor al trabajo del profesor de la Universidad de Caldas.

No se queda en una simple compilación de lo que otros hicieron. Al contrario aporta desde su conocimiento como intelectual y como médico estudioso. Estoy convencido, y esto porque lo he hablado con colegas suyos, que estos textos terminarán siendo bibliografía obligatoria de los programas de historia de la medicina universal.

Pero no se trata de un estudio que interese solo a los médicos. En sus páginas se van descubriendo los avances para el tratamiento de las enfermedades, se entienden los orígenes del diagnóstico médico y de los primeros medicamentos y rigores a los que se sometía al paciente para intentar aliviarlo.

Se atreve a controvertir a los historiadores de Hipócrates y a plantear hipótesis diagnósticas diferentes hasta las planteadas hasta ahora por otros. Toda una osadía argumentada.

Este tratado de medicina está deliciosamente escrito. Se deja leer como si fueran anécdotas y ese es mérito de quien conoce los misterios ocultos del arte de escribir y los usa para hacer más cercana su obra a los lectores.

Hace rato que Mejía Rivera se ganó un espacio entre los historiadores no regionales, sino nacionales. Con certeza seguirá iluminándonos con su perspectiva.

Con ánimo de aportar, sí tengo que insistir en que hace falta un más exigente trabajo de corrección del texto. Se cuelan muchos errorcillos ortográficos -de tildes en su mayoría-, de teclado y gramaticales que no le hacen justicia a la calidad investigativa y narrativa de esta obra.

Algunas frases

"Esta obra es mi declaración pública de amor por el arte del diagnóstico clínico, la medicina y lo humano".

"Conservar la austeridad en la vida era el punto clave para no perderse".

"El cerebro es la sede de la inteligencia y del movimiento voluntario".

"El hombre es la única criatura del universo que puede construir su propio futuro".

"Las creencias nunca remplazaron a las técnicas cuando estas fueron efectivas".

"La enfermedad democratizó la muerte medieval y erradicó las excepcionalidades y las jerarquías que promulgaba el clero de Roma".